24 de agosto de 2013

Japón

Ya estoy de vuelta. He estado 15 días en Japón. Y, la verdad, resulta agotador. Uno necesita otras vacaciones para recuperarse. Creo que merece la pena hablar un poco del país. Además, los aficionados al Tercer Reich siempre encontramos algo interesante. Para empezar, resulta sorprendente la cantidad de esvásticas que te puedes encontrar por todo el país. De primeras a un occidental le resulta chocante verlas en todos los lugares, incluso en los mapas del metro. Pero, como bien sabemos, la esvástica es bastante más antigua que Hitler. En Japón es habitual verlas para marcar un templo. Os pongo algunas fotos para que os hagáis a la idea:





En fin, las hay por todas partes. En los occidentales siempre llaman la atención, y los turistas se suelen sentir un poco incómodos con su presencia. Pero para los japoneses son de lo más normal.







Lo primero que te llama la atención de Japón es la educación de sus habitantes. Son serviciales y amables hasta la exageración. La delincuencia no existe y tu puedes dejar sobre la mesa de un restaurante el teléfono o la cartera con total tranquilidad. Me llamó la atención que muchos jóvenes llevan la cartera en el bolsillo de atrás y perfectamente visible. Algo impensable en nuestra sociedad. También es habitual verles comprar con mucho dinero en metálico. Siempre que vas a pagar lo normal es depositar el dinero en una bandeja y el empleado no lo retira hasta que te ha dado el cambio. Es un placer estar en un país en donde sabes que no te van a robar. Tampoco aceptan propinas en ningún lugar, lo cual también te da mucha tranquilidad. 

Éste es el Templo Dorado, en Kioto. Es el que inspiró la famosa novela de Mishima. Lo perfectamente integrado que está con la naturaleza resulta asombroso. En Japón es habitual ver una combinación de lo natural, lo antiguo y lo más moderno. Incluso en ciudades como Tokio es muy normal ver a muchos japoneses vestir sus trajes tradicionales. Lo hacen muchos jóvenes. 

Y, por supuesto, estuve en Hiroshima. Precisamente se conmemoraba el 68 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica. La ciudad está totalmente reconstruida y solo queda ese edificio, que mantienen simbólicamente. Justo al lado del edificio hay un museo conmemorativo. Uno se horroriza solo de andar por esas calles en donde sabes que hace no mucho hubo sufrimientos indescriptibles. Realmente sobrecogedor.
Así, con esa portada tan llamativa, encontré éste libro en una gran librería de Tokio. Es un libro sobre los inventos durante el Tercer Reich. Los japoneses leen mucho en el metro, la mayoría libros en papel, porque son muy baratos y ocupan muy poco. Éste libro no me costó más de 8 euros. Eso sí, todos los japoneses que leen en público, tapan la portada de sus libros. 
Japón es el triunfo del capitalismo. No he visto pobreza. Y, a pesar de que los japoneses trabajan muchísimo, se les ve perfectamente felices. Y es que el capitalismo solo es posible si sus habitantes tienen un grado de educación y comportamiento ejemplares. Los japoneses son ordenados como ellos solos. Respetan las filas y saben por donde caminar sin entorpecer a nadie. Son extremadamente higiénicos y se preocupan mucho de su imagen. Casi todos tienen los mejores modelos de ropa de marcas occidentales conocidas. Es difícil ver a un japones que no esté dispuesto a ayudarte. Siempre sonríen. Y todo eso a pesar de lo mucho que trabajan. Eso es algo impensable en nuestros países. En ese aspecto dan mucha envidia. Sin embargo yo a veces me he llegado a asfixiar al estar rodeado de millones de personas tan diferentes.Es una sensación muy extraña verte rodeado de gente completamente diferente a ti. A veces me resultaba mareante, sobre todo en las grandes ciudades como Tokio. La enormidad de sus edificios y la cantidad de gente activa te llegan a abrumar.