Transcribo seguidamente otro discurso de Hitler. Es sumamente interesante. Merece la pena leerlo con atención. Se que muchos me habéis pedido que los transcriba íntegros. Lamentablemente no dispongo de tanto tiempo. Sin embargo, el discurso lo he copiado casi en su totalidad. No obstante, al final del post, incluyo un link al discurso completo, aunque en inglés.
Discurso de Adolf Hitler con motivo del 8º aniversario del levantamiento nacionalsocialista, en el Sportpalast de Berlín, el 30 de Enero de 1941
- Los campos de concentración no han sido inventados en Alemania, sino que son los ingleses sus inventores, para, por medio de tales instituciones, quebrar paulatinamente la columna vertebral de otros pueblos, desmoralizar y disolver su resistencia nacional y para disponer así al fin, a los mismos a aceptar el yugo británico de la democracia.
- Cuando se piensa cuán piadosos y creyentes se muestran al exterior estos hombres que con absoluta sangre fría arrastran a un pueblo tras otro a una lucha que solo sirve a sus intereses materiales, solo se puede decir una cosa: rara vez ha llegado la hipocresía humana a un grado de tanta magnitud como el que ha alcanzado en la actualidad entre los ingleses. En cualquier caso, el resultado de esos 300 años sangrientos recorridos por la historia inglesa, es el hecho de que 46 millones de ingleses en la metrópoli dominen hoy dimensionalmente y también demográficamente una cuarta parte de la superficie terrestre, es decir, que a 46 millones de hombres corresponde un espacio de 40 millones de kilómetros cuadrados en números redondos.
- Es de suma importancia, compatriotas, que repitamos esto siempre de nuevo en alta voz ante el mundo, porque los desvergonzados difamadores demócratas se presentan, sosteniendo que los llamados Estados totalitarios quieren conquistar la tierra, mientras que en realidad nuestros antiguos enemigos vienen siendo desde siempre los conquistadores del mundo.
- Cuando consideramos la singular génesis de ese Imperio británico, entonces se nos presenta inteligible ese proceso a través del hecho de la eliminación total del continente europeo, como un factor en sí, frente a ese desarrollo. Esto se documentó, ante todo, con la eliminación del Reich. A lo largo de 300 años no ha existido prácticamente Alemania. Mientras los ingleses hablaban de Dios y pensaban no obstante en sus intereses económicos, el pueblo alemán ha vivido entregado durante siglos enteros a sangrientas guerras internas, provocadas por una exageración de las cuestiones religiosas en litigio, lo que ha constituido una de las condiciones previas para la creación del Imperio universal británico.
- A pesar de su conquista del mundo, Inglaterra es en el interior el estado más retrógrado , socialmente, que hay en Europa.
- También aquí se recurre a frases, se habla de libertad y, sin embargo, solo se entiende por ello la estabilización del régimen de una clase social que tiene la prensa en sus manos, gracias a su capital, la organiza y dirige y forma con ello la "opinión pública".
- El país que es un paraíso para unos pocos, es, en realidad, para la masa, solo una infinita miseria: miseria en la alimentación; miseria en el vestido; miseria, sobre todo, en la vivienda, en la seguridad de la remuneración y de toda la legislación social.
- En Europa, el despertar de los pueblos ha suprimido ya la denominada teoría del equilibrio, por consiguiente, el principio de la desorganización del continente. En ese continente desorganizado se ha iniciado el proceso que ha convertido en un nuevo pueblo a la nación alemana y con ello, la constitución del nuevo Reich. A nuestro sur siguió Italia el mismo camino. De este modo han surgido nuevos elementos que han hecho que se convirtiese en una quimera el equilibrio de las fuerzas. Y en ello vemos la causa profunda y real de la Guerra Mundial.
- Desde 1871, desde que los pueblos alemanes empezaron a organizarse y bajo la dirección de un estadista genial formaron de nuevo un Reich, por consiguiente, desde que el renacimiento nacional del pueblo alemán que venía anunciándose largo tiempo encontró la unidad estatal, los ingleses empezaron a perseguir con su odio a esa nueva creación.
- También esa Guerra Mundial solo la pudo hacer Inglaterra con ayuda extraña. Es interesante al considerar esto, el examinar el desarrollo de esa política imperialista británica desde unos 400 años. Primero, la lucha contra España con apoyo de los holandeses; luego, contra los holandeses con el auxilio de otros estados europeos, entre ellos Francia; después contra Francia con la ayuda de Europa y, por último, contra Alemania contando también con Europa y con el resto del mundo que se hallaba a su disposición. La Guerra Mundial, que conmovió a Europa desde 1914 a 1918, fue exclusivamente el producto querido por la política inglesa. A pesar de que entonces se movilizó al mundo entero contra Alemania, ésta no fue vencida en realidad. Esto lo podemos decir tranquilos. Yo n quiero ser un crítico del pasado en tanto no lo haya hecho mejor. Pero hoy puedo, como hombre que ha actuado mejor, observar también críticamente el pasado y juzgarlo. Y solo puedo decir, que el éxito del año 18 es resultado exclusivamente de una rara acumulación de incapacidades personales en la dirección de nuestro pueblo, una acumulación única que, pueden creérmelo, no se presentó hasta ahora jamás en la historia y que no se repetirá en el futuro.
- Cuando se pregunta: ¿Por qué se ha arrojado usted en brazos de una ideología completamente nueva? Porque la vieja ha fracasado deplorablemente.
- Cuando concurrían de 40 a 50 partidos, con sus intereses ideológicos, que partiendo de la idea de propiedad, tenían en cuenta tanto la de una asociación de ciclistas como la de los propietarios de casas, entonces era ya ello en si mismo una cosa sumamente deficiente.
- Algo me parecía claro: todo verdadero resurgimiento no podía venir del exterior, sino que solo debía tener un principio en el interior. En primer lugar, la nación alemana tenía que experimentar una nueva ordenación de su vida política interior, que hiciera posible aunar de nuevo toda la fuerza de Alemania y particularmente la idealista. Esta última se encontraba, dada la situación de entonces, en dos campos: en el socialista y en el nacionalista. Precisamente esos dos partidos que se hostilizaban cruelmente y se combatían a muerte, tenían que ser fusionados en una nueva unidad.
- El eterno cambio de gobierno impedía toda previsión a largo plazo. Los proyectos a más de tres meses de plazo no tenían sentido alguno, porque el que los hacía podía saber de antemano que dentro de tres meses ya no gobernaría. El uno decía "¿Por qué voy a hacerlo mejor, si va a venir después otro a aprovecharse?"
- El nacionalsocialismo es una superación del individualismo no en el sentido de que cercena la capacidad individual o paralice la iniciativa personal, sino únicamente en el sentido de que sobre la libertad individual y sobre toda iniciativa personal está el interés común y que este interés común es lo que regula, lo que determina, si es preciso lo que reprime, pero si es preciso también, lo que ordena.
- El nacionalsocialismo es una superación del individualismo no en el sentido de que cercena la capacidad individual o paralice la iniciativa personal, sino únicamente en el sentido de que sobre la libertad individual y sobre toda iniciativa personal está el interés común y que este interés común es lo que regula, lo que determina, si es preciso lo que reprime, pero si es preciso también, lo que ordena.
- Yo no podía obligar a nadie a venir conmigo, a entrar en mi organización. Todos tenían que estar convencidos interiormente y solo por ese convencimiento interior han aceptado luego el gran sacrificio. Esta lucha tenía que librarse verdaderamente con el espíritu, es decir, con la fuerza del discurso, de la palabra, del escrito y, por consiguiente, de la persuasión.
- La llamada Revolución Nacionalsocialista ha vencido en la democracia a la democracia con la democracia.
- La Revolución Nacionalsocialista se aseguró todos los medios de poder por caminos estrictamente legales. Hoy mismo estoy ante vosotros por virtud del mandato de la nación alemana, un mandato más amplio del que actualmente tiene ningún estadista llamado democrático.
- Mi orgullo era realizar esa revolución sin que en Alemania se rompiese un cristal siquiera, una revolución que condujese a las mayores transformaciones que jamás se hubiesen efectuado en el mundo y que no destruyese lo más mínimo de los valores, sino que lo fuese ordenando paulatinamente todo, que fuese cambiando un disco tras otro hasta que, finalmente, encontrase la gran comunidad su nueva forma. Este era nuestro fin.
- Y lo mismo era en política exterior. Mi programa aquí fue: eliminación de Versalles. Que no pretenda ahora neciamente el mundo hacer ver que éste es un programa que yo no descubrí hasta 1933, 1935 o 1937. En vez de escuchar esos señores la estúpida palabrería de los emigrados, deberían haber leído lo que he escrito miles de veces.
- Versalles era la mayor injusticia y el trato más vil de un gran pueblo que se haya registrado en la historia y sin la eliminación de ese instrumento de coacción y aniquilamiento de Alemania habría sido imposible conservar en el futuro la vida de nuestro pueblo.
- Cuando llegué al poder no me dije, como los políticos democráticos: ahora, conseguida la finalidad, podemos desecharle, sino que en ese momento dije: gracias Señor, por haberme llevado adonde puedo realizar por fin mi programa.
- Tampoco quise realizar por la fuerza este programa, sino que he hablado cuanto un hombre puede hablar. Testimonio de ello son mis discursos en el Reichstag que no hay estadista democrático que pueda hacerlos desaparecer de la historia. ¡Cuántas ofertas no les he hecho! ¡Cuánto no les he pedido que fuesen razonables y no cortasen a un gran pueblo sus posibilidades de vida y de existencia! ¡Cuánto no les he demostrado que esto no les reportaría a ellos ninguna ventaja, que era insensato y que no haría más que perjudicarles a ellos mismos! ¡Cuánto no he hecho en estos largos años para facilitarles el camino de una inteligencia! No habría sido necesario llegar a esta carrera de armamentos si los otros no hubiesen querido. Yo les he hecho proposiciones. Pero el ser yo el que hacía toda proposición bastaba para que inmediatamente cierta clique capitalista internacional y judía se soliviantase lo mismo, compatriotas, que en la misma Alemania donde también toda proposición razonable hecha por los nacionalistas se rechazaba desde luego por el mero hecho de proceder de nosotros.
- Nuestros enemigos nos han confundido siempre,al parecer, con las gentes con quienes tenían que ver desde noviembre de 1918. Pero ni el pueblo alemán, ni nosotros tenemos nada en común con esta gente. ¡Esto no era Alemania! ¡Esto era un par de miserables sujetos pagados por ingleses y franceses y mantenidos por judíos! ¡Esto no era el pueblo alemán! ¡El pueblo alemán no tenía nada que ver con ellos! ¡Ponernos en relación con ello es un ultraje para nosotros!
- En mi vida, hasta ahora, no me he entrometido nunca en lo de nadie. Quien no quiera hablar conmigo, no necesita hacerlo. Yo no lo necesito.
- Somos 85 millones de alemanes y estos alemanes tampoco lo necesitan, pues tienen un formidable pasado histórico. Fueron ya un imperio cuando Inglaterra era todavía una pequeña isla. Y, por cierto, hace algo más de 300 años..
- Pero la desconsideración de estos plutócratas capitalistas estalló nuevamente en poco tiempo, fomentada por emigrantes que daban de la situación alemana un cuadro que, naturalmente, solo era insensato, pero que fue creído porque parecía agradable y que, naturalmente, fructificó gracias al odio judío. Esta coalición de intereses plutocráticos por una parte, instintos de odio judíos y el placer vengativo de los emigrantes, por otra, han conseguido ofuscar cada vez más al mundo, ofuscarlo con frases y excitarlo contra el Reich alemán de hoy, exactamente lo mismo que antes contra el que nos procedió. Entonces tenían algo contra la Alemania imperial. Ahora contra la Alemania nacionalsocialista. ¡En realidad, por consiguiente, contra la Alemania de siempre!
- Ahora, por cierto, estaba tomada mi decisión de no dejarme arrebatar bajo ninguna circunstancia nada de nuestros derechos, pues no se trataba ya de teorías, sino de sacrificar en el porvenir la vida de millones de hombres. Pero yo no renuncio a ningún punto de mi programa de partido, pues yo no sacrifico el porvenir de nuestra raza.
- A partir del año 1934, he procedido al rearme. Cuando en septiembre de 1939 di a conocer en el Reichstag el nivel de los armamentos alemanes, los otros no lo creyeron. Esto puede ser comprensible, pues, quien solo vive de la patraña, cree que tampoco los otros hacen más que mentir. Nosotros hemos presenciado también esto en el interior. Tampoco en Alemania me creyeron nunca mis adversarios. Cada profecía era objeto de irrisión, cada declaración presentada como algo cómico, cada cuadro del porvenir calificado de quimera. En el exterior hemos presenciado esto exactamente como entonces en el interior. Pero yo solo puedo decir al mundo: Sin embargo yo he armado, y, por cierto, he armado mucho. Este pueblo alemán lo sabe bien hoy. Pero no lo sabe en toda su extensión ni todo. Pero tampoco es absolutamente necesario que todo se diga. Lo decisivo es que todo se haya hecho.
- No hemos exigido nada de los otros. Cuando Francia entró en esta guerra no tenía absolutamente ningún motivo. Era sencillamente el placer de luchar nuevamente contra Alemania. Decían: "¡Queremos Renania! ¡Queremos despedazar el Reich! ¡Queremos arrancar Austria, disolver Alemania!" Así incurrieron en salvajes fantasías que son enteramente imposibles en el siglo XX, en el siglo de la idea de las nacionalidades. Todo es simplemente pueril.
- ¿E Inglaterra? Yo lo he tendido la mano reiteradamente. Era precisamente un punto de mi programa llegar a una avenencia con el pueblo inglés. No teníamos absolutamente ningún punto litigioso. Solo había una cuestión: restitución de las colonias alemanas y sobre ello dije: sobre esto queremos tratar alguna vez... No fijé absolutamente ningún plazo. Las colonias no tienen finalidad para Inglaterra, que dispone de 40 millones de kilómetros cuadrados. ¿Qué hace con ellos? Absolutamente nada. Es solo la codicia de viejos usureros que no quieren desprenderse de lo que poseen. Son seres enfermizos que ven cómo su vecino no tiene nada que comer, que ven que no pueden consumir lo que poseen, pero prefieren arrojarlo al mar antes que entregarlo; les horripila la idea de que podrían perder algo. Yo no he exigido absolutamente nada de lo que ha pertenecido a los ingleses, sino solamente lo que nos han robado y arrebatado en los años 1918 y 1919. Robado y arrebatado en contraste con la solemne seguridad del Presidente americano Wilson. Nosotros no hemos exigido ni solicitado nada de ellos. Les di siempre la mano de nuevo y, a pesar de ello, todo fue inútil. Las razones son claras para nosotros. Es la primera, en si misma, la unión alemana. Odian a este nuestro Estado, sea cualquiera su forma externa, imperial o nacionalsocialista, demócrata o autoritaria. Esto les resulta indiferente. En segundo término aborrecen ante todo el auge social de este Reich.
- El mundo social será al fin vencedor. En todos los pueblos comenzará a palpitar la conciencia social. Pueden hacer guerras por sus intereses capitalistas, pero las mismas guerras serán, en último término, las que preparen el camino de la exaltación social en el seno de los pueblos.
- Quédense ustedes con sus ideas, señores míos, que es material viejo, ya archivado por nosotros, anticuado ya desde hace tiempo. Si quieren ustedes saber cómo se hace algo así, no deben aceptar programas que eran modernos entre nosotros allá por los años ochenta o noventa. Deben llegarse a nosotros, señores míos y estudiarnos, si desean aprender cómo se hace esto.
- El movimiento no es tampoco la aparición temporal de un hombre. Antes de ahora, yo he dicho ya en nuestra lucha: el Nacionalsocialismo determinará los milenios venideros de la historia alemana. Ya no es posible ignorarlo. Solo pasará cuando los puntos de su programa se hayan transformado en algo natural.
- Inmediatamente después de la guerra de Polonia volví a tender la mano. Yo no he exigido nada de Francia ni de Inglaterra. Fue en balde. Entonces, a renglón seguido del desmoronamiento en el Oeste, volví a ofrecer la mano a Inglaterra. Solo recibí griterío y escarnio. Escupieron formalmente sobre mi. Estaban indignados. Bueno también. Por consiguiente todo ha sido estéril. Los intereses financieros prevalecieron sobre los verdaderos intereses nacionales. Por lo tanto, la sangre de los pueblos debe ponerse nuevamente al servicio del dinero de este pequeño grupo de intereses internacionales.
- El pueblo alemán no tiene nada contra el pueblo norteamericano. Alemania no ha defendido jamás intereses en el continente americano a no ser el que los alemanes hayan luchado también por la libertad de ese continente. Si ahora los estados de ese continente intentan quizá intervenir en el conflicto europeo, los fines se cambiarán entonces rápidamente. Entonces será Europa la que se defenderá.
- ¡Estamos en una guerra que nosotros no hemos querido. Al contrario! No se puede tender al adversario la mano más de lo que lo he hecho. Pero si los adversarios quieren la lucha y se proponen extirpar a la nación alemana, se van a llevar un chasco.
- El Duce y yo, nosotros dos, no somos ni judíos ni especuladores. Si nosotros nos damos la mano, esa mano es de hombres que tienen honor.
- Nosotros hemos organizado nuestra vida. De antemano sabíamos que en la guerra no puede haber abundancia. Pero hambre no pasará el pueblo alemán jamás. ¡Jamás! Antes el inglés. De esto pueden estar seguros esos señores.
- ¿Falta de materias primas? También lo hemos previsto todo. De ahí el plan cuadrienal. Quizá se han dado cuenta de ello algunos ingleses. No queda más que una cosa y es que crean verdaderamente poder engañar otra vez al pueblo alemán con sus imposturas y con sus frases.
- El pueblo alemán hará todo lo que sea necesario para sus intereses; y seguirá a su mando. El sabe que sus jefes solo tienen una meta; sabe que hoy se halla a la cabeza del Reich un hombre que tampoco tiene en el bolsillo un lote de acciones o que persigue sus intereses personales. Este pueblo alemán (lo se y estoy orgulloso de ello) está juramentado conmigo y me sigue incondicionalmente.
- Cuando dicen: "Si, pero las faltas que hacen" ¡Dios mío! ¿Quién es el que no hace faltas? Hoy por la mañana he leído que un ministro inglés -no se cual- ha calculado por un procedimiento especial, que en el año pasado, cometí 7 faltas, ¡7 faltas! El hombre se ha equivocado. Yo he vuelto a repasar la cuenta y no he cometido 7 faltas sino 724. Pero he seguido contando, y resulta, que mis adversarios han hecho 4.385.3000. Me lo pueden creer: lo he calculado exactamente.
- Los meses y los años venideros demostrarán que también aquí vi claramente. Ya hoy se va apoderando de un pueblo tras otro nuestra idea de las razas, y espero que también aquellos que todavía son nuestros enemigos, reconocerán un día cuál es su mayor enemigo interior, y que entonces formarán con nosotros en un mismo frente: el frente contra la explotación y desmoralización judía de los pueblos.
- Aun cuando en su totalidad el número de muertos y heridos es pequeño comparado con el de anteriores guerras, es sin embargo grande el sacrificio para todos aquellos a quienes individualmente afecta. Nuestro reconocimiento, cariño y atención pertenecen a todos aquellos que han tenido que hacer un sacrificio. Ellos han sufrido lo que generaciones anteriores a la nuestra tuvieron que sufrir. Pero también cada alemán ha aportado su sacrificio. La nación ha trabajado en todos los sectores y sustituyendo al hombre ha trabajado particularmente la mujer. Es una maravillosa idea de la comunidad la que domina a nuestro pueblo.
- Sea nuestro deseo en el día de hoy, que esta idea nos sea conservada en toda su fuerza para el año venidero. Nuestra promesa, que queremos trabajar para esa comunidad. Nuestra fe y confianza, que en el servicio a esa comunidad logremos la victoria. Y nuestra oración, que Dios no quiera abandonarnos en la lucha del próximo año.
¡Alemania Sieg Heil!
- Mi orgullo era realizar esa revolución sin que en Alemania se rompiese un cristal siquiera, una revolución que condujese a las mayores transformaciones que jamás se hubiesen efectuado en el mundo y que no destruyese lo más mínimo de los valores, sino que lo fuese ordenando paulatinamente todo, que fuese cambiando un disco tras otro hasta que, finalmente, encontrase la gran comunidad su nueva forma. Este era nuestro fin.
- Y lo mismo era en política exterior. Mi programa aquí fue: eliminación de Versalles. Que no pretenda ahora neciamente el mundo hacer ver que éste es un programa que yo no descubrí hasta 1933, 1935 o 1937. En vez de escuchar esos señores la estúpida palabrería de los emigrados, deberían haber leído lo que he escrito miles de veces.
- Versalles era la mayor injusticia y el trato más vil de un gran pueblo que se haya registrado en la historia y sin la eliminación de ese instrumento de coacción y aniquilamiento de Alemania habría sido imposible conservar en el futuro la vida de nuestro pueblo.
- Cuando llegué al poder no me dije, como los políticos democráticos: ahora, conseguida la finalidad, podemos desecharle, sino que en ese momento dije: gracias Señor, por haberme llevado adonde puedo realizar por fin mi programa.
- Tampoco quise realizar por la fuerza este programa, sino que he hablado cuanto un hombre puede hablar. Testimonio de ello son mis discursos en el Reichstag que no hay estadista democrático que pueda hacerlos desaparecer de la historia. ¡Cuántas ofertas no les he hecho! ¡Cuánto no les he pedido que fuesen razonables y no cortasen a un gran pueblo sus posibilidades de vida y de existencia! ¡Cuánto no les he demostrado que esto no les reportaría a ellos ninguna ventaja, que era insensato y que no haría más que perjudicarles a ellos mismos! ¡Cuánto no he hecho en estos largos años para facilitarles el camino de una inteligencia! No habría sido necesario llegar a esta carrera de armamentos si los otros no hubiesen querido. Yo les he hecho proposiciones. Pero el ser yo el que hacía toda proposición bastaba para que inmediatamente cierta clique capitalista internacional y judía se soliviantase lo mismo, compatriotas, que en la misma Alemania donde también toda proposición razonable hecha por los nacionalistas se rechazaba desde luego por el mero hecho de proceder de nosotros.
- Nuestros enemigos nos han confundido siempre,al parecer, con las gentes con quienes tenían que ver desde noviembre de 1918. Pero ni el pueblo alemán, ni nosotros tenemos nada en común con esta gente. ¡Esto no era Alemania! ¡Esto era un par de miserables sujetos pagados por ingleses y franceses y mantenidos por judíos! ¡Esto no era el pueblo alemán! ¡El pueblo alemán no tenía nada que ver con ellos! ¡Ponernos en relación con ello es un ultraje para nosotros!
- En mi vida, hasta ahora, no me he entrometido nunca en lo de nadie. Quien no quiera hablar conmigo, no necesita hacerlo. Yo no lo necesito.
- Somos 85 millones de alemanes y estos alemanes tampoco lo necesitan, pues tienen un formidable pasado histórico. Fueron ya un imperio cuando Inglaterra era todavía una pequeña isla. Y, por cierto, hace algo más de 300 años..
- Pero la desconsideración de estos plutócratas capitalistas estalló nuevamente en poco tiempo, fomentada por emigrantes que daban de la situación alemana un cuadro que, naturalmente, solo era insensato, pero que fue creído porque parecía agradable y que, naturalmente, fructificó gracias al odio judío. Esta coalición de intereses plutocráticos por una parte, instintos de odio judíos y el placer vengativo de los emigrantes, por otra, han conseguido ofuscar cada vez más al mundo, ofuscarlo con frases y excitarlo contra el Reich alemán de hoy, exactamente lo mismo que antes contra el que nos procedió. Entonces tenían algo contra la Alemania imperial. Ahora contra la Alemania nacionalsocialista. ¡En realidad, por consiguiente, contra la Alemania de siempre!
- Ahora, por cierto, estaba tomada mi decisión de no dejarme arrebatar bajo ninguna circunstancia nada de nuestros derechos, pues no se trataba ya de teorías, sino de sacrificar en el porvenir la vida de millones de hombres. Pero yo no renuncio a ningún punto de mi programa de partido, pues yo no sacrifico el porvenir de nuestra raza.
- A partir del año 1934, he procedido al rearme. Cuando en septiembre de 1939 di a conocer en el Reichstag el nivel de los armamentos alemanes, los otros no lo creyeron. Esto puede ser comprensible, pues, quien solo vive de la patraña, cree que tampoco los otros hacen más que mentir. Nosotros hemos presenciado también esto en el interior. Tampoco en Alemania me creyeron nunca mis adversarios. Cada profecía era objeto de irrisión, cada declaración presentada como algo cómico, cada cuadro del porvenir calificado de quimera. En el exterior hemos presenciado esto exactamente como entonces en el interior. Pero yo solo puedo decir al mundo: Sin embargo yo he armado, y, por cierto, he armado mucho. Este pueblo alemán lo sabe bien hoy. Pero no lo sabe en toda su extensión ni todo. Pero tampoco es absolutamente necesario que todo se diga. Lo decisivo es que todo se haya hecho.
- No hemos exigido nada de los otros. Cuando Francia entró en esta guerra no tenía absolutamente ningún motivo. Era sencillamente el placer de luchar nuevamente contra Alemania. Decían: "¡Queremos Renania! ¡Queremos despedazar el Reich! ¡Queremos arrancar Austria, disolver Alemania!" Así incurrieron en salvajes fantasías que son enteramente imposibles en el siglo XX, en el siglo de la idea de las nacionalidades. Todo es simplemente pueril.
- ¿E Inglaterra? Yo lo he tendido la mano reiteradamente. Era precisamente un punto de mi programa llegar a una avenencia con el pueblo inglés. No teníamos absolutamente ningún punto litigioso. Solo había una cuestión: restitución de las colonias alemanas y sobre ello dije: sobre esto queremos tratar alguna vez... No fijé absolutamente ningún plazo. Las colonias no tienen finalidad para Inglaterra, que dispone de 40 millones de kilómetros cuadrados. ¿Qué hace con ellos? Absolutamente nada. Es solo la codicia de viejos usureros que no quieren desprenderse de lo que poseen. Son seres enfermizos que ven cómo su vecino no tiene nada que comer, que ven que no pueden consumir lo que poseen, pero prefieren arrojarlo al mar antes que entregarlo; les horripila la idea de que podrían perder algo. Yo no he exigido absolutamente nada de lo que ha pertenecido a los ingleses, sino solamente lo que nos han robado y arrebatado en los años 1918 y 1919. Robado y arrebatado en contraste con la solemne seguridad del Presidente americano Wilson. Nosotros no hemos exigido ni solicitado nada de ellos. Les di siempre la mano de nuevo y, a pesar de ello, todo fue inútil. Las razones son claras para nosotros. Es la primera, en si misma, la unión alemana. Odian a este nuestro Estado, sea cualquiera su forma externa, imperial o nacionalsocialista, demócrata o autoritaria. Esto les resulta indiferente. En segundo término aborrecen ante todo el auge social de este Reich.
- El mundo social será al fin vencedor. En todos los pueblos comenzará a palpitar la conciencia social. Pueden hacer guerras por sus intereses capitalistas, pero las mismas guerras serán, en último término, las que preparen el camino de la exaltación social en el seno de los pueblos.
- Quédense ustedes con sus ideas, señores míos, que es material viejo, ya archivado por nosotros, anticuado ya desde hace tiempo. Si quieren ustedes saber cómo se hace algo así, no deben aceptar programas que eran modernos entre nosotros allá por los años ochenta o noventa. Deben llegarse a nosotros, señores míos y estudiarnos, si desean aprender cómo se hace esto.
- El movimiento no es tampoco la aparición temporal de un hombre. Antes de ahora, yo he dicho ya en nuestra lucha: el Nacionalsocialismo determinará los milenios venideros de la historia alemana. Ya no es posible ignorarlo. Solo pasará cuando los puntos de su programa se hayan transformado en algo natural.
- Inmediatamente después de la guerra de Polonia volví a tender la mano. Yo no he exigido nada de Francia ni de Inglaterra. Fue en balde. Entonces, a renglón seguido del desmoronamiento en el Oeste, volví a ofrecer la mano a Inglaterra. Solo recibí griterío y escarnio. Escupieron formalmente sobre mi. Estaban indignados. Bueno también. Por consiguiente todo ha sido estéril. Los intereses financieros prevalecieron sobre los verdaderos intereses nacionales. Por lo tanto, la sangre de los pueblos debe ponerse nuevamente al servicio del dinero de este pequeño grupo de intereses internacionales.
- El pueblo alemán no tiene nada contra el pueblo norteamericano. Alemania no ha defendido jamás intereses en el continente americano a no ser el que los alemanes hayan luchado también por la libertad de ese continente. Si ahora los estados de ese continente intentan quizá intervenir en el conflicto europeo, los fines se cambiarán entonces rápidamente. Entonces será Europa la que se defenderá.
- ¡Estamos en una guerra que nosotros no hemos querido. Al contrario! No se puede tender al adversario la mano más de lo que lo he hecho. Pero si los adversarios quieren la lucha y se proponen extirpar a la nación alemana, se van a llevar un chasco.
- El Duce y yo, nosotros dos, no somos ni judíos ni especuladores. Si nosotros nos damos la mano, esa mano es de hombres que tienen honor.
- Nosotros hemos organizado nuestra vida. De antemano sabíamos que en la guerra no puede haber abundancia. Pero hambre no pasará el pueblo alemán jamás. ¡Jamás! Antes el inglés. De esto pueden estar seguros esos señores.
- ¿Falta de materias primas? También lo hemos previsto todo. De ahí el plan cuadrienal. Quizá se han dado cuenta de ello algunos ingleses. No queda más que una cosa y es que crean verdaderamente poder engañar otra vez al pueblo alemán con sus imposturas y con sus frases.
- El pueblo alemán hará todo lo que sea necesario para sus intereses; y seguirá a su mando. El sabe que sus jefes solo tienen una meta; sabe que hoy se halla a la cabeza del Reich un hombre que tampoco tiene en el bolsillo un lote de acciones o que persigue sus intereses personales. Este pueblo alemán (lo se y estoy orgulloso de ello) está juramentado conmigo y me sigue incondicionalmente.
- Cuando dicen: "Si, pero las faltas que hacen" ¡Dios mío! ¿Quién es el que no hace faltas? Hoy por la mañana he leído que un ministro inglés -no se cual- ha calculado por un procedimiento especial, que en el año pasado, cometí 7 faltas, ¡7 faltas! El hombre se ha equivocado. Yo he vuelto a repasar la cuenta y no he cometido 7 faltas sino 724. Pero he seguido contando, y resulta, que mis adversarios han hecho 4.385.3000. Me lo pueden creer: lo he calculado exactamente.
- Los meses y los años venideros demostrarán que también aquí vi claramente. Ya hoy se va apoderando de un pueblo tras otro nuestra idea de las razas, y espero que también aquellos que todavía son nuestros enemigos, reconocerán un día cuál es su mayor enemigo interior, y que entonces formarán con nosotros en un mismo frente: el frente contra la explotación y desmoralización judía de los pueblos.
- Aun cuando en su totalidad el número de muertos y heridos es pequeño comparado con el de anteriores guerras, es sin embargo grande el sacrificio para todos aquellos a quienes individualmente afecta. Nuestro reconocimiento, cariño y atención pertenecen a todos aquellos que han tenido que hacer un sacrificio. Ellos han sufrido lo que generaciones anteriores a la nuestra tuvieron que sufrir. Pero también cada alemán ha aportado su sacrificio. La nación ha trabajado en todos los sectores y sustituyendo al hombre ha trabajado particularmente la mujer. Es una maravillosa idea de la comunidad la que domina a nuestro pueblo.
- Sea nuestro deseo en el día de hoy, que esta idea nos sea conservada en toda su fuerza para el año venidero. Nuestra promesa, que queremos trabajar para esa comunidad. Nuestra fe y confianza, que en el servicio a esa comunidad logremos la victoria. Y nuestra oración, que Dios no quiera abandonarnos en la lucha del próximo año.
¡Alemania Sieg Heil!