El propio Hitler admitió los motivos por los que atacó a Rusia:
- Lo que me confirmó mi decisión de atacar a Rusia sin más tardanza, fue la información traída por una misión alemana, que volvía de Moscú, de que una fábrica rusa producía por si sola más blindados que todas nuestras fabricas juntas. Sentía que era el último límite. Sin embargo, si alguien me hubiera dicho que los rusos disponían de diez mil tanques, hubiese contestado "¡Está usted completamente loco!"
- En el momento del Pacto, los rusos manifestaron deseos de poseer los planos de cada uno de nuestros barcos. No tuvimos más remedio que mostrarles invenciones, algunas de las cuales representaban para nosotros veinte años de experimentos.
- En la técnica de los armamentos, seremos siempre superiores a los demás. Pero debemos conservar la lección de los acontecimientos y tener cuidado de que después de la guerra, no se permita a los otros penetrar en nuestros secretos. Ninguna novedad podrá salir sin una autorización especial concedida por un despacho ad hoc, incluso en lo que concierne a los países con los cuales estemos unidos por acuerdos.
Tan cierta es esta última afirmación, que los aliados, especialmente americanos y rusos, comenzaron su carrera armamentística con la ayuda de científicos alemanes capturados al final de la guerra.
En los interrogatorios de Nüremberg, Alfred Jodl, dijo de Hitler:
- No cabe duda de que muchas grandes decisiones suyas impidieron que perdiéramos la guerra antes. Uno de sus mayores aciertos fue la decisión de ocupar Noruega. Otra gran hazaña suya fue la decisión de atacar a Francia por Sedán, que tomó por su cuenta y riesgo, y contra la recomendación de su Estado Mayor, que le había instado en pleno a seguir el llamado "Plan Schlieffen", un ataque envolvente por la costa holandesa. Fue también una destacada hazaña personal, pero su triunfo militar más importante puede que fuera su intervención personal para detener la retirada alemana en el este en noviembre de 1941. Ningún otro lo habría conseguido.Allí ya se había desatado el pánico. Habría podido producirse fácilmente el mismo desastre que había caído sobre el ejército francés en la campaña de 1812.
El historiador Ian Kershaw asegura que "superar la crisis de invierno había sido otro nuevo triunfo de la voluntad, comparable, en opinión de Hitler, a su ascensión al poder". Es habitual en Kershaw hacer juicios personales y expresar sus opiniones. Esta vez dice que "nunca llegó a penetrar en su cabeza la idea de que la pretensión de dejar fuera de combate a la Unión Soviética en unos pocos meses había sido un disparate, ni de que la estrategia global de "Barbarroja" hubiese estado viciada desde el principio; ni que sus propias intromisiones constantes hubiesen complicado los problemas del mando militar...Pero la crisis se había superado. Estaba convencido de que habían sido sus dotes de mando las que habían salvado al ejército del destino de las tropas de Napoleón. Habían sobrevivido al invierno ruso."
David Irving resulta más amable con Hitler:
- En los tenebrosos meses de aquel invierno, Hitler demostró su voluntad de hierro y su hipnótica capacidad de mando... Cuando los generales solo veían la salvación en una ignominiosa retirada, Hitler les decía que defendieran firmemente el terreno en que se hallaban, hasta que el deshielo primaveral detuviera la ofensiva soviética. Cuando los generales se resistieron a estas órdenes, las discutieron y las desobedecieron, Hitler los destituyó y desprestigió, y tomó personalmente el mando del ejército alemán, hasta conseguir que, poco a poco, un nuevo espíritu prevaleciera en el frente del Este.
Irving continúa con una anécdota que nos da una idea de la capacidad de Hitler de dar ánimos:
- La capacidad de influir en los demás de que Hitler gozaba , era muy notable. Recibió la noticia de que una división había iniciado la retirada. Hitler llamó por teléfono al comandante de dicha unidad. La agobiada voz del general, apenas un murmullo, le llegó desde una inhóspita y helada zona selvática, situada a centenares de millas de distancia. Hitler le reprendió: "¡Sabe perfectamente que treinta millas más atrás hace el mismo frío que en el lugar en que se encuentra! ¡La vista del pueblo alemán está fija en usted!" Esas breves palabras infundieron nueva firmeza en el general, y la división conservó su terreno.
Cuando la crisis del invierno pasó, Hitler comentó aliviado:
- "¡Primero la nieve, después el hielo!". Eso es todo lo que se podía leer en los libros que hablan de Rusia. Hilger mismo no me había dicho nada más. Tenemos pues, la prueba de que no hay que fiarse de todas esas observaciones . Evidentemente, es fácil calcular las temperaturas medias, fundándose en los resultados de varios años, pero sería indispensable añadir que cualquier año las diferencias de temperatura, pueden ser, y con mucho, más grandes que lo máximo previsible.
- El mazazo, para nosotros, fue esta situación completamente imprevista y el hecho de que nuestros soldados no estaban equipados para las temperaturas que tuvieron que afrontar. Por otra parte, la táctica de nuestro mando no pudo adaptarse a las nuevas condiciones. Hoy soportamos las brechas de los rusos sin movernos y permanecemos en nuestras posiciones. Detrás de nuestras líneas , o serán destruidos, o se debilitarán poco a poco por falta de suministro. Hay que tener los nervios de sólidos para servirse de una táctica semejante. Puedo decir abiertamente que el señor que me precedió no tenía los nervios que hacen falta. Los generales deben ser duros, sin piedad, animosos como perros de presa: hombres ásperos, como tengo en el Partido. Esos son los soldados que se imponen en tal situación.
- De no ser por el hielo, habríamos continuado nuestra carrera hacia delante: seiscientos kilómetros más lejos, en algunos sitios. Estuvimos a dos dedos de ello. La Providencia intervino y nos evitó una catástrofe. El aceite que necesitábamos en tal momento, lo poseíamos ya. ¡Pero tuvo que surgir el idiota que nos suministró el aceite "para todas las temperaturas"!
-Incluso este año, el invierno no nos habría causado dificultades de no habernos sorprendido tan de repente. Sin embargo, es una suerte que haya venido de un modo súbito, pues de lo contrario hubiéramos avanzado aún doscientos o trescientos kilómetros. En este caso, la adaptación de la vía férrea a nuestro ancho habría sido imposible. Con temperaturas semejantes, nos vemos obligados a recurrir a la tracción animal.
Normalmente se opina que el mayor triunfo militar de Hitler fue la derrota de Francia. Sin embargo, es reconocido por expertos el hecho de que Hitler pudiera mantener firme el frente del Este durante el invierno de 1941. Al parecer, eso solo lo consiguió él. Cuando finalizó el invierno, Hitler respiró aliviado: había pasado unos meses terribles.
¿Fue ese su mayor éxito militar?