23 de septiembre de 2010

Opiniones de Hitler

-La mayor parte de los seres humanos con tendencia a la pereza pierden fácilmente el placer del esfuerzo al darse cuenta de que es posible vivir sin ellos.

-Cuando iba a Berlín, antes de posicionarme del poder, acostumbraba hospedarme en el "Kaiserhof". Y como iba acompañado de un verdadero estado mayor, necesitaba generalmente toda una planta, lo que representaba una factura de unos dos mil marcos por semana. Escribiendo artículos y concediendo entrevistas a la prensa extranjera conseguía cubrir estos gastos. En los últimos meses me pagaban a menudo por esos artículos de dos a tres mil dólares.

La mayoría de historiadores presta mucha atención a las declaraciones sobre Hitler que hizo su colaborador Hanfstangl. El propio Hitler dio su versión de los hechos:

-Esas publicaciones en la prensa extranjera me acarreaban frecuentes disputas con Hanfstangl, nuestro jefe de prensa para el extranjero, el cual, más hombre de negocios que político, veía ante todo las cosas bajo el aspecto financiero. Cuando yo le encargaba que colocara rápidamente un artículo, perdía con frecuencia un tiempo precioso tratando de sacar el máximo. En una ocasión vino a verme por tres veces para tratar de decidirme a ceder un artículo a una agencia cualquiera, para lo cual  intentó impresionarme esgrimiendo ante mis ojos una oferta de mil libras esterlinas. Enojado, le dije: " Hanfstangl, estoy hasta la coronilla de su avaricia. Si lo que me interesa es que el artículo sea leído mañana en todo el mundo, la cuestión del dinero que por él voy a cobrar pasa a un segundo término". Pero él no salía de su asombro de que se dejara escapar una oferta de mil libras.

Su rapacidad y avaricia le hacían insoportable. En una posada campesina armó un día un gran escándalo a propósito de un potaje que él no tenía que pagar y que, por lo demás, sólo costaba treinta pfenings. Gran comedor de verduras, nunca pedía que se las sirvieran, limitándose a recoger lo que quedaba en los platos. Acompañaba esas pesquisas con esta espiritual reflexión: "¡No hay nada mejor para la salud que las verduras!". Por la noche seguía la misma táctica con el queso, que conceptuaba "muy alimenticio". Comisionado un día para hacer preparar unos bocadillos para todos los participantes de un viaje improvisado, se presentó con cestas llenas de bocadillos de queso, a pesar de que sabía perfectamente que a muchos de nosotros no nos gustaba, lo que permitió recuperar buena parte de ellos, que se llevó a su casa loco de contento.

-Constituye una señal de decadencia que un pueblo tale sus bosques sin volverlos a plantar, ya que con ello viola las leyes de la naturaleza, que ha previsto con sabiduría el ciclo del agua.


-La gente inteligente nunca deja de descubrir las verdaderas razones.


- Cuando un crucero de batalla es hundido, ello puede representar hasta dos mil vidas humanas perdidas. Si se construyesen pequeñas unidades, provistas de un lanza-torpedos, éstas podrían ser maniobradas por un solo hombre. De esta forma, las pérdidas en vidas humanas disminuirán considerablemente, permitiéndonos además conseguir resultados superiores.

- Algún día se reconocerá que mi principal derecho al agradecimiento del mundo es el haber preservado a Europa de la invasión asiática.

Sobre la corrupción Hitler lo tenía muy claro:

- En Alemania nuestra fuerza consistirá en que los dirigentes del Partido, del Ejército y de la Iglesia no tengan absolutamente ninguna ligazón con el comercio o la industria. Los que hoy en día mantengan todavía tales ligazones, tendrán que decidirse: o bien renuncian a ellas, o bien abandonan sus funciones públicas.

Una anécdota que ningún historiador ha contado (igual me equivoco) es ésta relatada por el propio Hitler:

- Durante mi juventud tuve ocasión de estudiar de cerca a las abejas, pues mi padre era un gran apicultor.  Muchas veces fui picado por ellas, hasta el punto de correr peligro de muerte. En casa, las picaduras de abeja eran moneda corriente.


10 de septiembre de 2010

Libros para el Führer

Libros para el Führer - Juan Baráibar López

Es curioso que este libro del egiptólogo Juan Baráibar López haya pasado tan desapercibido por la prensa nacional, sobre todo teniendo en cuenta la gran repercusión que se le dio al libro "Los libros del Gran Dictador" de Ryback y ya comentado en este blog. Mientras que Ryback desaprovechó la ocasión de interpretar bien los libros de Hitler, Baráibar López hace un recorrido no de los libros personales de Hitler, sino de los libros que le fueron regalados al Führer y sus dedicatorias. A su vez, hace referencias biográficas de quienes le regalaron los libros a Hitler y los sitúa en el contexto histórico correspondiente. Me ha parecido una forma original de explicar la subida al poder de Hitler. Además, Baráibar López resulta más imparcial y no hace excesivos juicios de valor, lo que es de agradecer. Resulta curioso que sea un historiador español quien haya hecho este estudio, lo que debería situar a España como uno de los países en donde los nuevos historiadores (Jesús Hernández, Álvaro Lozano, el mismo Baráibar López) se pueden medir de igual a igual con sus colegas extranjeros, normalmente mejor valorados por el público. Me ha sorprendido mucho. En su momento ya publicaré algún extracto curioso del libro.


Hace no mucho me envió un compañero esta curiosa fotografía en la que vemos a Hitler echar una tranquila siesta mientras sus colaboradores charlan. Lo curioso de la foto es que Hitler se encuentra en un crucero. ¿Y por qué es tan curioso? Porque se acostumbra a decir que Hitler era una persona desconfiada. Sin embargo yo creo que hace falta tener confianza en tus colaboradores para echarte una tranquila siesta ¡y más en un crucero en donde te pueden lanzar por la borda! Sin lugar a dudas un documento interesante para analizar.

Aquí tenemos un montaje en donde podemos apreciar cómo sería Hitler sin bigote. Eva Braun solía bromear mucho con el Führer sobre su famoso bigote y en más de una ocasión le sugirió quitárselo. Pero Hitler era muy consciente de lo famoso de su mostacho. Además, aunque hoy nos pueda resultar casi ridículo, en aquella época era muy popular.





De entre los muchos foto montajes y campañas publicitarias con Hitler, éste se me antoja como uno de los más desafortunados. Se trata de una campaña (no es actual, es de hace un tiempo) en favor de los animales y contra el uso de sus pieles. Le han colocado a Hitler un cuello de piel. Hombre, una cosa es que Hitler se viera involucrado en la muerte de muchas personas, pero lo que no se le puede achacar es crueldad con los animales, sino todo lo contrario. Siempre fue un gran amante de los animales y lo demostró con creces durante toda  su vida, no solo siendo vegetariano sino desde su juventud, cuando en plena guerra adoptó un perrito. Durante su mandato Hitler prohibió la experimentación con animales y durante la guerra hizo que todas las familias con perros tuvieran su propia cartilla de racionamiento para sus mascotas. Así que se equivocaron por completo quienes lanzaron esta campaña.