Hitler sabía perfectamente lo que le ocurriría si perdiera la guerra. No solo eso, incluso si la ganaba, sabía que en algún momento de la historia, se hablaría mal de él. Tan es así, que en una fecha tan temprana como 1941 opinaba lo siguiente:
- ¿Quién puede escapar a la crítica? Yo mismo, si desapareciera hoy, no ignoro que llegará un momento, dentro de cien años quizá, en que se me atacará violentamente. La historia no hará una excepción en mi favor. Pero, ¿qué importancia tiene esto? Bastan otros cien años más para que las sombras se borren. No me preocupo de ello, yo marcho adelante.
Claro, que en la época que hizo ese comentario la guerra le era favorable. Aunque Hitler siempre tuvo enemigos. No le era ajeno en absoluto el hecho de que si perdía la guerra, el mundo se volvería contra él, como ha ocurrido.
Ese mismo día hizo otro comentario que hoy en día cobra demasiada actualidad, dado el periodismo que se practica:
- No hay derecho a fotografiar a un hombre sorprendido en la intimidad. Es muy fácil ridiculizar a cualquiera. Que cada uno se pregunte a sí mismo qué haría si tuviese la mala suerte de ser fotografiado, sin saberlo, en una situación delicada. Estos son procedimientos repugnantes, y he prohibido que semejantes fotos se utilicen.
En otra ocasión opinó:
- ¡Piedad para los pesimistas! Se estropean a sí mismos la existencia. La vida, en resumidas cuentas, no es soportable sino a condición de ser optimista. El pesimista complica inútilmente las cosas.
De sobra sabemos que Hitler era un hombre optimista. A lo largo de la guerra lo demostró con creces. Hitler infundía tanto optimismo que hasta los generales y colaboradores más pesimistas salían completamente transformados tras una entrevista con él.
- ¿Cómo hubiera podido triunfar sin esta dosis de optimismo, que nunca me ha abandonado y sin esta fe que transporta montañas?
- Hoy no sería capaz del esfuerzo que supone, por ejemplo, hacer un discurso todas las noches. La conciencia de no ser ya capaz de algo, es desmoralizadora. Creo ciegamente en mi pueblo. Si perdiera esta fe, no me quedaría más que morir.
- Aquella unión con el pueblo que sentía entonces, no me ha abandonado. Gracias a los lazos que me unen con él, soy capaz de compartir sus penas y sus alegrías. Me coloco espontáneamente en su lugar.
Otra opinión de Hitler interesante:
- A la larga las guerras se olvidan. Sólo quedan las obras del genio humano.
En una ocasión Hitler pronunció casi su epitafio:
- Toda mi vida puede resumirse en el esfuerzo que ha sido sin cesar el mío, de persuadir al prójimo.