Aunque solo sea para recordar la fecha, hoy hace 65 años de la muerte de Hitler. Mucho se ha hablado y se hablará sobre Hitler. Él sabía perfectamente (lo dijo en varias ocasiones) que la historia le maldeciría. Sin embargo, 65 años son pocos para poder valorar a un personaje histórico. Hitler fue una persona arriesgada. Un jugador, casi. Estuvo muy a punto de conseguir su sueño, tan a punto que el mundo entero tuvo que aliarse de forma antinatural para poder derrotarlo. Hitler esperó, quizá demasiado, a que el curso de la guerra cambiara. Él sabía que en la historia siempre se producen giros espectaculares. El giro que él esperaba no llegó. A menudo hablaba de la liberación de la muerte. En muchas ocasiones se ha dicho que fue un cobarde suicidándose. No estoy de acuerdo. Él mismo expresó su amargura por no poder luchar en las horas finales, debido a su estado físico. ¿Qué sentido tendría un Hitler vivo tras la hecatombe que supuso el final de la guerra? El final de Mussolini no era propio de un Führer. Su muerte fue quizá su último triunfo, burlándose así de sus enemigos y las ganas que tenían de exponerlo cual animal de feria.