El nombre de Hitler se asocia a lo peor del ser humano. Constantemente se intenta que todas las generaciones sepan quién fue Hitler. La prensa, el cine, los colegios y las universidades se encargan de ello constantemente. Recientemente una encuesta británica llegó a la absurda conclusión de que 1 de cada 20 escolares identificaba a Hitler con un entrenador de fútbol. Pero la conclusión es ilusoria porque en todas las encuestas los encargados ofrecen varias respuestas, así que si hubieran puesto como respuesta "Hitler fue un famoso cocinero" el titular habría sido "1 de cada 20 estudiantes cree que Hitler fue un cocinero". En todo caso, que 19 de cada 20 estudiantes sepan quién fue Hitler, nos da una idea de lo popular del personaje. Aun así, alguien pretende que el 100% de la población identifique a Hitler a la perfección. Para mi es un misterio ese empeño. No ocurre con ningún otro personaje histórico. Lo que tampoco logro entender es que la sociedad ponga el grito en el cielo cuando aparecen bandas de neonazis, cuando lo cierto es que la información sobre Hitler es abrumadora. No es de extrañar pues, que tras semejante promoción de Hitler, siempre surjan admiradores. Incluso aunque esa promoción sea tan negativa como es el caso de Hitler.
Pero hubo una época en la que Hitler fue un personaje muy popular, admirado y querido, tanto en Alemania como en el extranjero. Hacia 1937 Hitler consiguió éxitos impresionantes. En solo cuatro años logró elevar la calidad de vida de los alemanes a unos niveles no conocidos. Consiguió elevar la calidad de los servicios sanitarios "a un grado tal que muchos extranjeros quedaron impresionados" (J.Toland). La mortalidad infantil se redujo drásticamente. Muchas enfermedades, como la tuberculosis, disminuyeron notablemente. Los jóvenes tenían una buena forma física. El diputado británico Arnold Wilson quedó tan impresionado que escribió "hasta las personas más pobres van mejor vestidas que antes, y sus rostros alegres atestiguan su buena salud psicológica". Continuo con Toland: "las condiciones de trabajo mejoraron con más ventanas, menos hacinamientos y mejores lavabos. Todas las oficinas y talleres se mantenían limpios y ordenados; había flores en abundancia, de modo que los trabajadores pudieran también disfrutar su entorno. Nunca el obrero había gozado de privilegios semejantes". A los obreros se les ofrecía acceso a la cultura y podían ver gratis teatro, exposiciones, películas y cursos educativos. Como ya hemos visto, se inicio lo que ahora conocemos como "turismo". Hitler pretendió extender la igualdad en todo el país. Incluso el explorador judío Sven Hedin escribió que "Hitler estaba dotado de una pasión irrefrenable por la justicia, una visión política inspirada, una perspicacia infalible y una preocupación genuina por el bienestar de los conciudadanos".
Toland dijo que si Hitler hubiera muerto en 1937 "sin lugar a dudas habría bajado a la tumba como una de las figuras más grandes de la historia alemana". De la misma forma que no se puede dudar de que Hitler fue un personaje nefasto para millones de personas, tampoco se puede dudar de su preocupación por el bienestar de sus ciudadanos. En alguna ocasión ya he hablado sobre las ideas de Hitler. Muchas de ellas nos parecen ahora lógicas, pero no cabe duda de que fue un adelantado a su época. Según Toland " preveía otras innovaciones para el futuro. En las grandes ciudades habría aparcamientos subterráneos automatizados, centros libres de tránsito, numerosos parques y espacios verdes, y un control estricto de la contaminación. Como parte de su obsesión personal por la limpieza, el problema de la polución lo preocupaba de tal modo que exhortaba a la industria a comprometerse con la eliminación completa de los gases nocivos". Como vemos, Hitler ya se anticipó a los problemas de contaminación que sufrimos en la actualidad y cabe preguntarse si con un Hitler triunfante hubiera sido posible el deterioro de la capa de ozono.
Otro logro importante en la política de Hitler fue la consecución del pleno empleo, algo que pocos regímenes han conseguido. Como es conocido, Hitler fue un apasionado de la arquitectura y el urbanismo. En la biografía de Toland podemos leer en boca de Hitler:
"El espacio es esencial y me deleita ver a nuestros arquitectos trazar proyectos amplios y espaciosos. Sólo así evitaremos el surgimiento de ciudades en las que las casas están amontonadas casi unas encima de las otras, como puede verse en Zwickau, Gelsenkirchen y muchas más. Si me desterraran a una ciudad de este tipo, privada de toda belleza, perdería el ánimo y la alegría con tanta seguridad como si me desterraran de mi patria. Por lo tanto estoy decidido a que por lo menos cierto grado de cultura y belleza penetre hasta la más humilde de nuestras aldeas para que, paso a paso, el atractivo de todas nuestras ciudades alcance un grado elevado"
En todo caso, lo cierto es que las democracias ven en Hitler a un peligro porque su régimen ha sido la única alternativa con éxito que ha surgido en la historia. Ningún otro régimen cosechó los éxitos de Hitler. Es evidente que las democracias "copiaron" muchas de las ideas de Hitler.