Llevo varias semanas leyendo la biografía de John Toland de Hitler. Confieso que compré el grueso libro con muchas reservas pero que, de momento, no me está defraudando. Aún es pronto para hacer una valoración de la biografía, ya que estoy haciendo las oportunas anotaciones y tengo que comprobar muchas fuentes. Por ejemplo, la biografía peca de recurrir a fuentes no muy fiables pero, teniendo en cuenta que se escribió en los años setenta, es comprensible. Menos comprensible es que historiadores más recientes, como Kershaw, las sigan utilizando. Para empezar, me agrada el estilo en el que está escrita. Los pasajes dedicados a la muerte de la madre de Hitler son especialmente conmovedores. Toland desmitificó muchos aspectos de la juventud de Hitler y la narración que hace de ella es bastante correcta. Por ejemplo, la descripción que hace del joven Hitler no es la habitual en otros biógrafos. Así ve Toland al joven Hitler:
"Hitler no era ni orgulloso ni arrogante; por el contrario, era servicial y bondadoso... si alguien necesitaba dinero para pasar otra noche en la pensión, él contribuía de buena gana con su parte..." Cuando Hitler abandonó Austria para ir a Múnich, sus compañeros de residencia lo sintieron. "Con él perdíamos a un buen camarada; nos ayudaba a todos siempre que podía".
Este tipo de declaraciones no son las habituales en las biografías de Hitler. Siempre es más aceptable un joven Hitler solitario y taciturno. Cuando Hitler marchó a Múnich, fue reclamado por Austria para hacer el servicio militar. Al no vivir en Austria, Hitler se expuso a un arresto y a una multa por eludir su obligación. Hitler tuvo que pasar una noche en comisaría. Hitler escribió entonces una carta aclaratoria a Linz:
- En la notificación se me describe como pintor. Ese título me corresponde por derecho, pero sólo es correcto en un sentido limitado. Es verdad que me gano la vida como pintor por cuenta propia, pues carezco por completo de otros ingresos (mi padre fue funcionario público), pero lo hago sólo para continuar con mis estudios. No puedo dedicar más que una parte de mi tiempo a ganarme el sustento, pues todavía no he completado la etapa de formación como pintor arquitectónico. En consecuencia mis ingresos son muy exiguos y apenas alcanzan para vivir al día. Yo era un joven sin experiencia ni respaldo financiero y demasiado orgulloso para pedir ayuda a nadie o mendigar. Sin ningún apoyo, no contaba más que con mis propios recursos, y las coronas y heller percibidos por mi trabajo a menudo bastaban solamente para conseguir un lugar donde dormir. Durante dos años, mis únicas amigas fueron la aflicción y la necesidad, y no tuve otro compañero que el hambre constante e insatisfecha. Nunca conocí la belleza de la palabra "juventud". Hoy, después de cinco años, mis recuerdos todavía conservan la forma de dedos, manos y pies congelados. Aun así, no puedo recordar aquellos días sin cierta alegría, ahora que lo peor ha quedado atrás. Pese a la gran necesidad y a haber frecuentado ambientes poco recomendables, mantuve limpio mi apellido y no soy culpable ante la ley y tengo la conciencia limpia, excepto por no haberme presentado para incorporarme al servicio militar, pues no sabía en ese entonces que se me habia convocado. Es lo único de que me siento responsable. Una multa moderada debería ser suficiente, y yo la pagaría sin protestar".
Después de pasar un examen, Hitler fue declarado "no apto para el combate ni para servicios auxiliares; demasiado débil. Incapaz de portar armas". Esto no preocupó en absoluto a Hitler ya que no deseaba pertenecer al ejército austriaco. Ciertamente el dictamen del tribunal no fue muy bueno, habida cuenta del comportamiento posterior de Hitler como soldado durante la primera guerra mundial, en donde se distinguió por su valentía.
Tenemos otra carta escrita por Hitler, cuando ya estaba en el ejército que escribió a su casero, el sastre Popp. La publiqué en el blog,
aquí. Por lo demás, los compañeros de Hitler le apreciaban bastante. "Es un tipo un poco raro y vive en un mundo aparte, pero por lo demás es buena persona", comentó uno de sus compañeros. A Hitler le llamaban "Adi" y en general resultaba un compañero excelente, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Resultaba especialmente entretenido estar con él durante las largas horas que transcurrían entre combate y combate porque Hitler siempre tenía conversación. También se dedicaba a pintar. Ya por aquella época Hitler se encontró cara a cara con la muerte y, sin embargo, siempre salía con vida de las más difíciles situaciones. Toland dice que "era como si lo protegiera un amuleto o conjuro". Ciertamente, esto ocurriría siempre a lo largo de su vida. En general, los soldados estaban encantados de estar junto a Hitler porque decían "Si Hitler está con nosotros, nada sucederá" (Fest, pag. 1009). Toland también pone en boca de Hitler una frase que no tiene ninguna fuente, por lo que podemos tener reservas a la hora de valorarla:
- Oiréis hablar mucho de mí. Esperad solamente a que me llegue el momento.
Es una frase que queda muy bien en un jóven Hitler pero que es muy probable que no sea cierta. Dudo mucho que Hitler quisiera dedicarse a la política en aquella época. Aunque también es cierto que Hitler pensaba que iba a triunfar en el mundo de la arquitectura, así que bien la pudo pronunciar pensando más bien eso que en el famoso gobernante que acabó por convertirse.
Uno de los aspectos que se ha tratado sobre el Hitler de la primera guerra mundial es por qué solo ascendió hasta el grado de cabo, cuando Hitler perfectamente podría haber ascendido más. Toland tiene una versión más adecuada para eso, lejos de otras que aseguran que a Hitler no lo ascendieron porque no valía. Toland dice que Hitler era más importante como mensajero y que no podía ascender a una categoría superior a la de cabo porque si lo promovían tendría que renunciar a las tareas de mensajero y la unidad perdería a uno de sus mejores correos. El mismo Joachim Fest dice en su biografía que el mismo Hitler fue quien se negó que lo propusieran para el ascenso (pag. 108).
Durante los años de guerra, los soldados tenían que comer a menudo carne de gato o de perro. Hitler, que no podía llevar una dieta vegetariana como era su deseo, tuvo que conformarse con comer en alguna ocasión algún gato, ya que se veía incapaz de comerse un perro. Pero, nos dice Toland, la comida preferida de Hitler en aquella época era una simple tostada untada con miel o mermelada.
Conocemos bien la obtención de Hitler de la Cruz de Hierro de primera clase. Sin embargo, Hitler recibió más condecoraciones. Son estas:
- El 17 de septiembre de 1917: Cruz Militar de tercera clase con espadas.
- el 9 de Mayo de 1918: El Regimentsdiplom por su valentía.
- El 18 de Mayo de 1918: La medalla a los heridos.
- El 25 de Agosto de 1918: La medalla al servicio de tercera clase.
Creo que estos datos son suficientes para acallar a aquellos que han insinuado que Hitler no fue valiente durante la guerra y que consiguió la Cruz de Hierro a base de artimañas.