El creador Hernán Migoya ha convertido la historia de amor de Hitler y Eva Braun en un cortometraje de animación. En este link podéis ver la entrevista con el autor con motivo de la presentación del cortometraje. No va desencaminado el autor con las impresiones que saca sobre Hitler. Me han parecido interesantes sus declaraciones. Otra cuestión es la polémica que a buen seguro va a crear. Ya sabemos que en donde aparece Hitler, la polémica está servida. Este es un adelanto del cortometraje. No hay que negarle cierta originalidad:
30 de mayo de 2009
28 de mayo de 2009
Ideas de Hitler
Hitler tenía sus propias ideas sobre la vida humana y sobre los alimentos. No eran ideas descabelladas en absoluto y años después muchas de esas ideas han sido corroboradas por los investigadores. Por ejemplo, sobre la duración de la vida humana tenía una curiosa teoría:
- La hipótesis de que el hombre debería vivir más años parece confirmada por la disparidad que existe entre su corta existencia de adulto, por una parte, y su periodo de crecimiento por otra. Un perro tiene de vida una media de ocho a diez veces más larga que el tiempo que le hace falta para su crecimiento. Según esta cuenta, el hombre debería vivir normalmente de ciento cuarenta a ciento ochenta años. Lo que está comprobado es que en países como Bulgaria , donde se alimentan de yogur, de polenta y de otros alimentos de este género, los hombres llegan a más viejos que en nuestras regiones. Desde otros puntos de vista, sin embargo, el campesino no vive higiénicamente. ¿Han visto ustedes que alguno abra la ventana?
- Todo lo que vive sobre la tierra se nutre de alimentos vivos. Que el hombre los someta aun proceso fisicoquímico explica las enfermedades llamadas de la civilización. Si la media de la vida humana está actualmente en progresión es porque otra vez se vuelve a la alimentación naturista. Es una revolución. Que un cuerpo graso, extraído del carbón, tenga el mismo valor que el aceite de oliva, yo no lo creo. Es seguramente preferible aplicar las substancias grasas para la fabricación de jabón, por ejemplo.
Sobre el cáncer, Hitler tenía la siguiente teoría:
- No está excluido que una de las causas del cáncer pueda residir en que los alimentos cocidos son nocivos. Damos a nuestro cuerpo una alimentación degradada. El cáncer tiene, por ahora, un origen desconocido., pero es posible que las causas que lo estimulan encuentren un terreno de elección en los organismos incorrectamente alimentados. Respiramos todos los microbios que provocan el catarro o la tuberculosis, pero ni todos estamos acatarrados ni todos tuberculosos.
- En mi juventud, los médicos decían que la alimentación a base de carne es indispensable para la formación de los huesos. Era falso. Contrariamente a los pueblos que comen polenta, tenemos malos dientes.
- Si lo propongo a un niño que escoja entre una pera y un trozo de carne, se precipita sobre la pera. Habla su atavismo.
- Los campesinos pasan catorce horas al día al aire libre. Sin embargo, a los cuarenta y cinco años son ya viejos, y la mortalidad es enorme entre ellos. Esto proviene de un error en su alimentación. No comen más que alimentos cocidos.
26 de mayo de 2009
Saña
Rosa Sala Rose es la autora del libro "Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo". Nunca lo he leído pero en alguna ocasión es fácil leer algún artículo suyo. El último aparece en el diario ABC. Al parecer, le llama la atención que la película "El Hundimiento" no muestre el cadáver de Hitler. Se le nota muy frustrada por ello. Pobrecita. Pero lo más ordinario es la forma que tiene de calificar a Hitler. No se corta en absoluto. Entre otras lindezas verbales nos dice "¿Por qué no mostrar que ese cerdo, por fin, ha muerto?" Después vuelve a despistar a los lectores con nuevas preguntas que se formula insinuando que quizá Hitler no tuvo valor para dispararse un tiro y prefirió envenenarse para que una tercera persona le disparara. Con esa pregunta Rosa Sala lo único que demuestra no es solo una malicia manifiesta sino pretender borrar de un plumazo investigaciones serias. Pero ella insiste en echar más leña al fuego.
¿Fue premeditado que el director de El Hundimiento no mostrara el cadáver de Hitler? Quizá, pero para Rosa Sala es un asunto indignante. Porque ella quiere saña. Esta es la típica mujer que colgaría a Hitler como lo hicieron con Mussolini. Claro que Hitler sabía perfectamente eso. Por ese motivo se suicidó y ordenó quemar su cadáver. Al parecer Rosa Sala habría preferido conservar el cadáver de Hitler en alguna galería de los horrores. Seguro que esta mujer critica el supuesto visionado de Hitler de las ejecuciones del 20 de Julio. Ella quiere el cadáver de Hitler y al no verlo se frustra.
También en ABC aparece otro artículo sobre Hitler escrito por Javier Cortijo. Esta vez a Hitler le llama "bestia". Es muy habitual que escritores que quieren demostrar una impecable ética denunciando a Hitler, utilicen un lenguaje y unas formas de lo más ordinarias. Deben creer que llamando "cerdo" o "bestia" a Hitler ellos son mejores personas. A mi me demuestran todo lo contrario. No me interesa en absoluto un escritor que utiliza el insulto. Y, sobre todo, no me interesa porque por norma esta gente nunca utiliza este lenguaje más que para dirigirse a Hitler.
Se critica a Hitler porque quiso utilizar la técnica de "tierra quemada" al final de la guerra. Yo no entiendo por qué Hitler es tan criticado por no querer dejar nada de valor al enemigo cuando se trata de una técnica que Stalin utilizó con éxito. Tampoco entiendo por qué se dice que Hitler, mientras estaba en su búnker, hacía reuniones con sus militares manejando "ejércitos inexistentes" cuando al final de la guerra Alemania continuaba teniendo ejércitos. Sólo en la batalla de Berlín, unos 500.000 alemanes se enfrentaron a más de dos millones de rusos. ¿Quinientas mil personas son un "ejército inexistente? Otra cuestión es que fueran operativos o que estuvieran mal equipados.
También es curioso que se critique a Hitler por enviar a una muerte segura a miles de soldados cuando el resto de los países beligerantes en aquella guerra hacían exactamente lo mismo. Que la guerra es algo injusto y cruel ya lo sabemos. Pero que se lancen dardos venenosos a Hitler por aspectos que otros dirigentes de la época hacían igual, nos demuestra que las mentes de muchos escritores e historiadores son bastante estrechas. Por ejemplo, cuando la Unión Soviética atacó a Finlandia al comienzo de la guerra, los finlandeses se defendieron tan solo con su valor, puesto que no disponían de carros de combate. La desproporción existente entre el ejército soviético y el finlandés, era enorme. Hoy se dice que los finlandeses fueron unos héroes. Pero si hubiera sido Hitler habrían dicho que fue un asesino el que lanzó a los soldados a una muerte segura.
23 de mayo de 2009
Estudios sobre Hitler
En su obra "La Alemania Nazi", el historiador Álvaro Lozano repasa las diferentes biografías de Hitler vistas desde distintas ópticas así como las formas de estudiar el III Reich. En España no ha existido una corriente que las defina así que Lozano ha acercado al lector español esas corrientes. Así pues, estaban los llamados "Estructuralistas" que basaban sus trabajos en la idea de que en la Alemania anterior al nazismo ya existían fuerzas autoritarias. Los "intencionalistas" consideran que el papel de Hitler fue indispensable en el régimen. Existe un libro del historiador John Likacs llamado "El Hitler de la Historia" que es un juicio a los biógrafos de Hitler. El libro contiene aspectos muy interesantes en torno a la figura del Führer y nuevas formas de tratarla, alejando muchos mitos que se han escrito sobre él. El último gran biografo de Hitler ha sido Ian Kershaw. Para Álvaro Lozano este historiador ha intentado superar el debate entre "intencionalistas" y "estructuralistas". En su libro, Lozano da cierta importancia a la tésis de Kershaw sobre “trabajar en la dirección del Führer” que considera importante para comprender el comportamiento de los colaboradores de Hitler.
Nunca me ha gustado Kershaw. Kershaw se pasó toda la promoción de su libro pidiendo perdón por haber escrito esa biografía y siempre asegura que odia a Hitler. Este hecho es evidente cuando se lee la obra. Nuevamente en su libro abundan los "puede que Hitler" "es casi seguro" "lo más probable" etc. que no da mucho crédito al autor. Por otra parte, en su obra abundan muchas suposiciones e interpretaciones personales que sobran por completo. También se contradice a menudo. Por ejemplo, cuando nos habla de la vida de Hitler durante la IGM nos dice que en donde se encontraba Hitler era un lugar "muchísimo mejor que en las trincheras" y que se pasó casi la mitad de su periodo de guerra pintando cuadros y leyendo. Unas líneas más abajo asegura que "las bajas entre correos eran relativamente altas".
Después se atreve a hacer comentarios personales y sin ningún fundamento. Por ejemplo, asegura que Hitler no tenía sentimientos por los miles de personas que morían a su alrededor en la IGM y que le inspiraba más compasión la desaparición de su perro. Esto es una gran mentira por cuanto Hitler hizo ese comentario años después en una conversación sobre sus perros. Teniendo en cuenta que Hitler se pasó media vida vengando la muerte de sus compañeros de lucha me parece una aseveración absolutamente fuera de lugar y difamatoria a todas luces.
Kershaw asegura también que Hitler fue una persona insegura, tanto personal como políticamente (pag. 177 de su primer tomo). Sin embargo yo creo que Hitler fue una persona muy segura de sí misma. De hecho creo que si algo caracteriza a Hitler fue la seguridad que tenía en sí mismo en el aspecto político. La obra de Kershaw es un esfuerzo enorme por desacreditar a Hitler a toda costa de la manera más absurda. En ocasiones da a entender que nunca ha comprendido a Hitler, si es que se le puede comprender. Pero un historiador que estudia a un personaje debe intentar contextualizar su obra. Por ejemplo, afirma cosas tan irrelevantes como que Hitler era millonario. Ignoro cuánto dinero habrá ganado Kershaw con su biografía pero a buen seguro tanto o más que Hitler por su Mi Lucha. Asegura que Hitler vivió en "un marco de lujo indescriptible" cuando esto es absolutamente falso. Kershaw dice que el Berghof de Hitler se había convertido en "grandioso". Ciertamente no fue más grandioso que la residencia de cualquier dirigente pero sabiendo que Hitler lo utilizó no solo para descansar sino también para recibir a distintos mandatarios, huelga decir que no los iba a recibir en una pocilga. También dice que Hitler tuvo dos "magníficos apartamentos, un tren especial de once vagones con coches cama, una flota de limusinas y tres aviones". Pero ¿cómo no iba a tener todo eso si era el Canciller de una nación? Ya he hablado de esto en el blog: intentar desacreditar a Hitler por sus posesiones es lanzarse contra un muro ya que no termina por demostrar que Hitler fuera un adicto al lujo. De hecho si algo caracterizó a Hitler fue su absoluta humildad en cuanto a lo material se refiere. Pero es mejor presentar a un Hitler que goza del lujo que a un Hitler sencillo.
Después está el tono desagradable con el que escribe Kershaw. Para referirse a Hitler a menudo utiliza expresiones como si Hitler se tratara de un animal. Así pues, cuando Hitler habla, Kershaw suele emplear "Hitler bramó" etc. Utiliza también descalificaciones del todo superadas como cuando llama a un colaborador de Hitler "calvo y pequeño".
En definitiva, que aunque Kershaw haya escrito una biografía que tiene algún valor, me resulta muy difícil leerla ante tanta descalificación gratuita. Nunca he entendido por qué alguien que odia a un personaje histórico pretende escribir su biografía, aparte de por cuestiones económicas por supuesto. Curiosamente el personaje que dicen odiar les hace millonarios. Un aspecto éste último que parece molestarles en Hitler.
20 de mayo de 2009
Fotos del Atentado
16 de mayo de 2009
Göring Mi Marido
Göring mi marido - Emmy Göring
He terminado de leer Göring mi marido. Se trata de una edición limitada de 1500 ejemplares y ciertamente el libro no ha tenido mucha difusión ni publicidad, a pesar de lo atractivo que es, además de estar presentado en una buena edición. Lógicamente no hay que esperar de este libro críticas a Göring sino todo lo contrario. Emmy Göring defiende a su marido con uñas y dientes y, por supuesto, tuvo todo el derecho del mundo a hacerlo. Al terminar el libro, la sensación que transmite la señora Göring es de la gran bondad de Hermann Göring y de las tremendas injusticias que se cometieron con él. Por supuesto, eso no es incompatible con haber sido el segundo personaje del III Reich. Son sus memorias y ella lo cuenta todo bajo su punto de vista. Así que nadie se espere ni una sola crítica a Hermann Göring, aunque sí alguna hacia Hitler y el III Reich, cosa lógica teniendo en cuenta la terrible situación en la que se encontró la familia Göring al final de la guerra y durante la terrible posguerra.
He terminado de leer Göring mi marido. Se trata de una edición limitada de 1500 ejemplares y ciertamente el libro no ha tenido mucha difusión ni publicidad, a pesar de lo atractivo que es, además de estar presentado en una buena edición. Lógicamente no hay que esperar de este libro críticas a Göring sino todo lo contrario. Emmy Göring defiende a su marido con uñas y dientes y, por supuesto, tuvo todo el derecho del mundo a hacerlo. Al terminar el libro, la sensación que transmite la señora Göring es de la gran bondad de Hermann Göring y de las tremendas injusticias que se cometieron con él. Por supuesto, eso no es incompatible con haber sido el segundo personaje del III Reich. Son sus memorias y ella lo cuenta todo bajo su punto de vista. Así que nadie se espere ni una sola crítica a Hermann Göring, aunque sí alguna hacia Hitler y el III Reich, cosa lógica teniendo en cuenta la terrible situación en la que se encontró la familia Göring al final de la guerra y durante la terrible posguerra.
Me gustaría centrarme primero en lo que se refiere a Hitler y después comentar algo más respecto a Göring, siempre a través de la perspectiva de Emmy Göring. Ella separa dos personalidades distintas en Hitler: una primera, con un Hitler simpático y con ganas de devolver la dignidad al pueblo alemán y otra a partir del estallido de la guerra en el que nos presenta a un Hitler inaccesible. Emmy simplifica esto en esta frase:
"Su humor era fácil y natural y su cordialidad y optimismo eran todavía desbordantes. Por ello vería como tragedia la evolución de su carácter pasado el tiempo. Bien es verdad que el exceso de trabajo que su cargo le imponía habría tenido mucho que ver en ello."
"No se puede decir que el espectador advirtiese en él nada anormal, nada que guardase relación con el presunto poseso, con el energúmeno. Era tan sólo un hombre que sabía lo quería y que estaba seguro de alcanzar su objetivo. Poseía una constancia y una tenacidad que había acreditado ya en el año 1932. Era un convencido de su propio mesianismo, de que tenía y que podía salvar a Alemania y que a ello estaba llamado."
A pesar de que Hitler se sentía en la obligación de salvar a Alemania, no por ello dejó de lamentarse en muchas ocasiones las molestias que le ocasionaba su tremenda fama. Según Emmy a Hitler no le gustaba que le presentaran como a un semidiós pues "es bien sabido que tal endiosamiento repugnaba a la condición íntimamente modesta de Hitler. Lo digo porque más de una vez pude darme cuenta de que tantos cuidados y tan extremadas precauciones le ponían nervioso". Esto lo dice Emmy por las medidas de seguridad a las que sometían a Hitler. Así que a Hitler le gustaba relajarse en casa de los Göring y solía decir:
- Qué aliviado se siente uno al entrar aquí a descansar un rato!. Todo el día estoy oyendo voces de hombres junto a mi. Se que me quieren y se preocupan por mi, pero ustedes no pueden imaginarse lo fatigoso que esto se hace.
Otros detalles de la vida privada de Hitler:
- Me parece obligado dejar aquí constancia de que Hitler, ni en la esfera privada, ni más tarde en la Cancillería del Reich, ha pretendido nunca imponerles a sus invitados un régimen vegetariano, sino que por el contrario les hacía servir con largueza y sin apartarse de los menús tradicionales. Ni siquiera le halagaba que el correligionario político por él invitado a tal o cual restaurante pidiese un plato de verduras o legumbres por no desentonar del mismo Hitler, que normalmente se los hacía servir.
Otro aspecto del carácter de Hitler nos lo cuenta Emmy con la siguiente anécdota. Helmut Brückner, primer ayudante del Führer durante muchos años, sufrió un accidente y resultó gravemente herido. Hitler acudió al hospital para seguir el proceso de su ayudante y mientras esperaba por las salas del hospital no dejaba de pasear arriba y abajo. Tenía los ojos arrasados por las lágrimas y no dejaba de lamentarse "¡Mi buen Brückner! ¡Quiera Dios sacarle con bien de la operación!". En esta anécdota encontramos a un Hitler sensible que se preocupa por los suyos de una manera muy humana.
En boca de Hitler tenemos también una frase que pronunció y que le resultaría fatídicamente premonitoria:
- Hay que ver las cosas inverosímiles que la gente cree; a veces dan crédito a noticias e informaciones en las que no hay una palabra de verdad. ¡Qué tonterías no dirán un día los periódicos sobre nosotros y nuestra labor cuando ya no estemos en vida para rectificarlas!...
Resulta interesante algún comentario que hace Emmy sobre la guerra. En especial cuando asegura que Hitler declaró la guerra a Rusia "basándose en numerosos informes que le persuadieron de la inminencia de una invasión preparada por los rusos. De ahí la calificación de guerra preventiva que le dio a su ataque a Rusia.". También habla Emmy sobre otros aspectos de la guerra, como la huida de los ingleses en Dunquerque. Para Emmy esta claro que Hitler pudo aniquilar al ejército inglés si se lo hubiera propuesto pero que les permitió la retirada para "no cercenar la oportunidad de llegar todavía a una alianza con los ingleses". Durante mucho tiempo aun después de estallada la guerra, Hitler no quiso admitir una guerra con los ingleses. "Hitler se comporta como si la guerra con Inglaterra no existiera; para él no hay tal guerra."
Finalmente el libro de Emmy trata sobre la distancia que se tornó más grande entre Hitler y Göring a medida que avanzaba la guerra. A pesar de todos los reveses, Hitler nunca destituyó a Göring sino in extremis y motivado seguramente por una confusión y la precipitación de los acontecimientos finales.
La última parte de libro resulta realmente penosa de leer por la compasión que provoca la terrible situación de los Göring al final de la guerra. Son realmente emotivos los pasajes que relata Emmy sobre el encarcelamiento de su marido y la nueva situación a la que tienen que someterse ella y su hija. Al final uno se queda con la sensación de que Hermann Göring fue una persona bonachona, de muy buen carácter, muy buen esposo y padre de familia y al que su esposa defiende con uñas y dientes durante todo el libro. Y, por supuesto, ella estuvo en su derecho de hacerlo. Es recomendable leer el libro bajo esa premisa.
12 de mayo de 2009
Telegrama de Hitler
Uno de los últimos telegramas secretos de Hitler desde el búnker enviado a Jodl, el mismo día de su muerte.
El testamento político de Hitler fue firmado por Goebbels, Bormann, Burgdorf y Krebs. Se hicieron tres copias porque Hitler estaba muy interesado de que al menos una llegara al exterior. Tres hombres diferentes se encargaron de que llegaran a su destino. El viaje fue muy azaroso: ninguno de los tres hombres logró llegar a su destino pero fue mérito suyo que los documentos se quedaran para la historia. Desconozco dónde se encuentran en la actualidad esas copias del testamento político de Hitler.
10 de mayo de 2009
El Testamento de Hitler
Reproduzco el testamento político de Hitler. En las imágenes podemos ver copias del original, tal y como fue redactado por Hitler. Abajo la traducción. Suele ocurrir que en muchos libros no lo incluye entero. Ciertamente el testamento nos indica claramente que Hitler, a pesar de su deterioro físico, conservaba íntegras sus facultades mentales.
MI TESTAMENTO POLITICO
Desde 1914, cuando como voluntario realicé mi modesta contribución a la guerra mundial impuesta al Reich, han pasado ya más de 30 años. En estas tres décadas, sólo el amor que siento hacia mi pueblo y la lealtad que me inspira han guiado mi persona y mis pensamientos m, mis actos y mi vida. Me ha dado la fuerza necesaria para tomar las decisiones más graves jamás impuestas a un mortal. He agotado todo mi tiempo, mis energías y mi salud en estas tres décadas. No es cierto que yo o cualquier otra persona en Alemania deseáramos la guerra en 1939. Ésta sólo la deseaban y la instigaron aquellos estadistas internacionales que eran de origen judío o bien trabajaban para los intereses judíos. Yo he realizado numerosas propuestas de limitación y control de armamentos que la posteridad no podrá negar eternamente para que la responsabilidad de haber iniciado la guerra recaiga sobre mí. Además, nunca he deseado que, después de la primera y trágica guerra mundial, hubiera una segunda contra Inglaterra, por no decir Norteamérica. Los siglos pasarán, pero de las ruinas de nuestras ciudades y nuestros monumentos artísticos, el odio volverá a crecer de nuevo hacia las personas en última instancia responsables, hacia aquellos a quienes tenemos que agradecer todo esto: el pueblo judío internacional y aquellos que lo ayudan.
Tan sólo tres días antes del estallido de la guerra germano-polaca, le sugerí el embajador británico en Berlín una solución para el problema alemán similar a la adoptada para el distrito de Saar, bajo control internacional. Tampoco esa oferta se puede negar. Su rechazo se debió únicamente a que las personas que tienen una influencia decisiva en la política británica deseaban la guerra, en parte porque esperaban ventajas comerciales, en parte por la influencia de la propaganda organizada por los judíos internacionales. También dejé claro que si, volvía a contemplarse nuevamente a los pueblos de Europa como meros accionistas de los conspiradores internacionales del dinero y las finanzas, entonces las personas verdaderamente culpables de esta guerra asesina tendrían que responder por ello: los judíos. Tampoco dejé ninguna duda de que esta vez no debía suceder que millones de hijos de las naciones europea y aria murieran de hambre, que millones de hombres adultos fallecieran y cientos de miles de mujeres y niños fueran abrasados y bombardeados hasta la muerte en las ciudades, sin que los verdaderos responsables pagaran por su culpa, aunque fuera de una forma más humana.
Después de seis años de “lucha” que, a pesar de todos los reveses, pasarán a la historia como una de las manifestaciones más gloriosas y valientes del deseo de supervivencia de una nación, no puedo abandonar la ciudad que es la capital de mi país. Dado que nuestras fuerzas son demasiado pequeñas para seguir oponiéndose al ataque enemigo en esete lugar y dado que el valor de la resistencia personal está viéndose reducido y tergiversado por la actuación de personas sin principios, deseo que, al permanecer en esta ciudad, mi destino se sume al que millones de otras personas han asumido también el suyo.
Además, no quiero caer en manos de unos enemigos que, para entretenimiento de las masas alimentadas por la propaganda del odio, esperan un nuevo espectáculo organizado por los judíos. Por lo tanto, he decidido permanecer en Berlín, y en este lugar, escoger la muerte voluntaria en el momento en que crea que la sede de la oficina del Führer y a la vez Canciller no pueda seguir siendo defendida. Muero con el corazón lleno de alegría consciente de las inconmensurables acciones y gestas de nuestros soldados en el frente, de nuestras mujeres en casa, de los logros de nuestros campesinos y obreros y de la contribución, única en la historia, de las juventudes que llevan mi nombre.
No hace falta decir el agradecimiento que, en el fondo de mi corazón, siento hacia todos ellos, y que es mi deseo que, a pesar de todo, no abandonen la lucha bajo ninguna circunstancia, sino que sigan batallando contra los enemigos de la Patria allí donde estén, fieles a los principios del gran Clausewitz. Del sacrificio de nuestros soldados y de mi propia camaradería con ellos hasta la muerte, de una u otra forma, un día crecerán en la historia de Alemania las semillas de un glorioso renacimiento del movimiento nacionalsocialista y, por lo tanto, de la realización de una verdadera comunidad nacional.
Muchos hombres y mujeres de gran valor han decidido que su vida dependa de la mía hasta el final. Les he pedido y, finalmente, ordenado que no lo hagan, y que sigan adelante con la lucha de la nación. Pido a los comandantes de los ejércitos, de la armada y de las fuerzas aéreas que refuercen de todas las formas posibles el espíritu de resistencia de nuestros soldados en el espíritu del nacionalsocialismo, poniendo especial énfasis en el hecho de que yo mismo, como fundador del movimiento, también he preferido la muerte a una cobarde huída o, peor aún, una capitulación.
Que un día pase formar parte del código de honor del oficial alemán, como yo lo forma del de nuestra armada, el principio por el cual la rendición de un distrito o ouna población resulte impensable y por el que, por encima de todas las cosas, los líderes deban dar brillante ejemplo de devoción a su tarea hasta la muerte.
Antes de morir, expulso al antiguo mariscal del Reich Hermann Goering del partido y lo privo de todos los derechos de que pueda gozar en virtud del decreto de 29 de junio de 1941, y también en virtud de mi proclama en el Reichstag el 1 de septiembre de 1939. Nombro en su lugar al gran almirante Doenitz presidente del Reich y comandante supremo de las fuerzas armadas.
Antes de morir, expulso al anterior jefe de las SS del Reich y ministro del Interior, Heinrich Himmler, del partido y de todos su cargos estatales. En su lugar nombro al Gauleiter Karl Hanke como jefe de las SS y de la Policía alemana, y al Gauleiter Paul Giesler ministro del Interior del Reich.
Goering y Himmler han causado un daño inconmensurable al país y a toda la nación, al negociar en secreto con el enemigo sin mi conocimiento y contra mi voluntad, y al intentar hacerse ilegalmente con el poder del Estado, por no hablar del acto de deslealtad hacia mi persona. Para dar al pueblo alemán un gobierno compuesto de hombres honorables, un gobierno que cumpla su cometido de continuar la guerra con todos los medios disponibles, nombro como líderes de la nación a los siguientes miembros del nuevo gabinete:
Presidente del Reich: Doenitz
Canciller del Reich: Doctor Goebbels
Ministro del Partido: Bormann
Ministro de Asuntos Exteriores: Seyss-Inquart
Ministro del Interior: Gauleiter Giesler
Ministro de la Guerra: Doenitz
Comandante en jefe del Ejército: Schoerner
Comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas: Greim
Jefe de las SS y de la Policía Alemana: Gauleiter Hanke
Economía: Funk
Agricultura: Backe
Justicia: Thierack
Educación y Culto Público: Doctor Scheel
Propaganda: Doctor Naumann
Finanzas: Scwerin-Crossigk
Trabajo: Doctor Hupfauer
Municiones: Saur
Líder del Frente de los Trabajadores Alemanes y miembro de Gabinete del Reich: ministro del Reich Doctor Ley.
Aunque alguno de estos hombres, como Martin Bormann o el Doctor Goebbels, etc., junto con sus esposas, se han sumado a mi iniciativa por voluntad propia y no quieren abandonar la capital del Reich bajo ningún concepto, sino que están dispuestos a perecer aquí conmigo, debo pedirles, sin embargo, que obedezcan mis exigencias y que, en el caso presente, antepongan los intereses de la nación a sus propios sentimientos. Con sus obras y su lealtad seguirán estando cerca de mí después de mi muerte como camaradas, igual que espero que mi espíritu siga entre ellos y siempre los acompañaré. Que sean duros, pero no injustos; sobre todo, que no permitan nunca que el miedo se convierta en consejero de sus actos y que estimen el honor de la nación por encima de todo lo demás en el mundo. Por último, que sean conscientes del hecho de que nuestra tarea de edificación de un estado nacionalsocialista es obra de los siglos venideros y que ello impone a todas las personas la obligación de servir siempre al interés común y subordinar a él su propia ventaja. A todos los alemanes, todos los nacionalsocialistas, hombres, mujeres, a todos los soldados de las fuerzas armadas, les pido que sean fieles y obedientes hasta la muerte al nuevo gobierno y a su presidente.
Sobre todo, encargo a los líderes de la nación y a las personas a su mando que observen escrupulosamente las leyes raciales y que se opongan sin piedad al envenenador universal de todos los pueblos: los judíos internacionales.
Berlín, 29 de abril de 1945 4 h 00 minutos Adolf Hitler
Mishima
El escritor japonés Yukio Mishima fue un caso curioso. Quizá se trate del escritor japonés más famoso. Pero no solo fue escritor. También fue actor, compositor, conferenciante, gran narcisista y comandante de su propio ejercito, el Tatenokai. Su vida resulta apasionante por lo complejo de su personalidad y por lo prolijo de su obra. Fue un personaje muy provocador. Y no tuvo reparos en escribir una obra de teatro llamada "Mi amigo Hitler" (en la foto junto al protagonista caracterizado de Hitler).
A Mishima le gustaban los retos. Durante su agitada vida se lanzó en paracaídas, dirigió una orquesta sinfónica, montó en un avión F102, se fotografió desnudo o con alegorías a sus fetiches, como cuando lo hizo en forma del martirio de San Sebastián. También dio conferencias en las universidades repletas de estudiantes comunistas (en la foto) a los que arengaba con sus discursos imperialistas de extrema derecha.
Pero su extravagancia más famosa fue la creación de un ejército privado, que llamó Tate-no-kai. El propio Mishima se encargó de diseñar su uniforme, de clara estética fascista. Mishima reclutó para su ejército a estudiantes, quienes le veían como a un emperador. Curiosamente, el ejército de Mishima logró hacer maniobras junto al ejército japonés. Sin embargo la misión secreta de Mishima fue la realización del seppuku, más conocido en Occidente como Harakiri, el suicidio ritual. Mishima lo preparó a conciencia durante años. Para ello, secuestró al general en jefe de las Fuerzas de Autodefensa Japonesas en el despacho del general.
Después de amordazar al general, Mishima pronunció un discurso desde un balcón. Luego se introdujo en el despacho y procedió con el ritual del seppuku. Sacó su daga y se la introdujo en su vientre, logrando con grandes esfuerzos traspasarla hasta su lado derecho. Después, su lugarteniente y quizá amante, Morita, le intentó decapitar con su espada. Hasta dos golpes en la cabeza de Mishima le propinó, sin lograr seccionarla. Por fin, un hábil esgrimidor logró cortar limpiamente la cabeza de Mishima. Ocurrió en noviembre de 1970. Toda la prensa del mundo publicó la noticia. ¿Se suicidó Mishima solo por motivos políticos? Es muy poco probable, dado su complejo carácter. Ciertamente, la vida de este escritor resulta apasionante.
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