Hitler fue un gobernante muy preocupado por el arte. De la misma forma que persiguió a los artistas que no encuadraban en su universo cultural, alentó y protegió a otros muchos. El tiempo que dedicó a la arquitectura y al arte en general nos da una idea de cuáles eran los objetivos de Hitler. Veía la política como un incordio y en cuanto podía se reunía con artistas, entre los cuales se encontraba más cómodo que entre militares y políticos. No hay que olvidar que el mismo Hitler fue un artista, frustrado o no, pero un artista al fin y al cabo. Hitler siempre aprovechaba la más mínima ocasión para pintar o garabatear algo. Hoy vamos a ver su relación con dos artistas muy conocidos de su régimen: Leni Riefenstahl y Arno Breker. Su relación con el arquitecto Albert Speer merece, por supuesto, un apartado especial.
La actriz, bailarina y cineasta Leni Riefenstahl cayó también hipnotizada por el influjo del Führer incluso antes de la llegada al poder de este. Son de sobra conocidas sus obras, El Triunfo de la Voluntad y Olympia. Sin duda esas obras han pasado a la historia del cine. Cualquier aficionado o estudiante de cine ha de conocer sus revolucionarias técnicas. La Riefenstahl sufrió una terrible persecución al término de la guerra. Tanto que ya no pudo ejercer como directora. Difamada y calumniada, tuvo que huir a África para poder expresar su arte. ¿Fue legítima su difamación y su censura sin descanso hasta su muerte? Imaginaos si el nazismo y Hitler nos llaman la atención en la actualidad lo que debió arrastrar en su momento a millones de personas. Leni Riefenstahl no fue diferente del resto de hipnotizados alemanes. Y mantuvo una relación de amistad con Hitler. La pobre Leni tuvo que padecer la persecución durante el resto de su larguisima vida. No hubo día que no le recordaran su amistad y colaboración con Hitler. Supongo que para ella vivir en África fue toda una vía de escape, en donde los nativos desconocían su pasado. En los años 80 escribió sus memorias, en donde abundan vivencias con Hitler. Veamos alguna de ellas:
Navidades de 1935. Leni Riefenstahl es invitada a casa de Hitler, en Múnich:
Hitler vestía de paisano. Se mostró campechano. La habitación estaba modestamente amueblada y era poco confortable. Había una gran estantería con libros, una mesa redonda con un tapete de encaje y unas sillas.
- Como usted ve, señorita Riefenstahl, no doy valor al confort y a las posesiones. Cada hora que pasa la necesito para resolver los problemas de mi pueblo. Por esto cualquier posesión es una carga para mi, incluso mi biblioteca me roba tiempo, y leo muchísimo.
- Si uno "da", también debe "tomar" y yo tomo de los libros lo que necesito. Tengo que recuperar mucho. En mi juventud no tuve medios ni oportunidad de crearme una cultura. Cada noche leo uno o dos libros, incluso cuando voy a acostarme tarde.
- Y ¿cuál es su lectura favorita?, pregunto Leni.
- Schopenhauer.. él fue mi maestro.
- ¿Y no Nietzsche?, preguntó Leni.
- No, con Nietzsche no se qué atenerme. Es más artista que filósofo. No tiene la inteligencia tan clara y transparente como Schopenhauer. Naturalmente, aprecio a Nietzsche como genio; escribe quizá el lenguaje más bello que puede mostrar hoy la literatura alemana, pero no es mi modelo.
- ¿Cómo pasó usted la Nochebuena? preguntó Leni
- Viajé con mi chófer de un lado para otro por carreteras y pueblos, hasta que me entró sueño. Es lo que hago cada año por Nochebuena. No tengo familia y estoy solo.
- ¿Por qué no se casa?
- Sería un acto de irresponsabilidad por mi parte atar a una mujer a mi. ¿Qué podría ofrecerle? Casi siempre tendría que estar sola. Mi amor pertenece por entero a mi pueblo... Y si tuviera hijos ¿qué sería de ellos si un día la suerte se aleja de mi lado? Ya no tendría ni un solo amigo, y mis hijos tendrían que soportar humillaciones y quizá incluso pasar hambre.
- Trato de mostrarme agradecido siempre que puedo, porque la gratitud es una virtud que no se practica lo bastante. Tengo a mi lado personas que me ayudaron en años malos y a quienes debo lealtad, aunque no siempre poseen las capacidades que su posición requiere.
Finalmente, en un alarde de sinceridad Hitler le confesó:
- Le confié a usted que nunca me casaría. Esa joven -dijo señalando el busto- es Geli, mi sobrina. La he amado mucho. Es la única mujer con la que habría podido casarme. Pero el destino no lo quiso.
Arno Breker fue uno de los escultores favoritos de Hitler. Aquí podéis ver alguna de sus obras. Lamentablemente los americanos destruyeron toda su obra. A veces nos quejamos de que los nacionalsocialistas destruyeron obras y quemaron libros. También lo hicieron los americanos. Personalmente la destrucción de la obra de Breker me parece abominable.
Tengo un libro de gran formato con fotografías de la obra de Breker y con entrevistas con el autor. Al término de la guerra sufrió una persecución y censura similar a la de Leni Riefenstahl.
Veamos alguna opinión de Breker sobre Hitler:
- Hitler había dado la orden incluso de hacer regresar del frente a las personas con talento fuera de lo común, para que pudiesen trabajar en las obras de arte. Y yo, ya era el hombre que debía descubrirles. Él deseaba que la vida artística no se detuviese. Lo quiso hasta el final. Ví a Hitler por última vez en 1944. Me hallaba como de costumbre sentado frente a él Me miraba detenidamente, sin pronunciar una sola palabra. Yo sentía que sus ideas se detenían en los planes gigantescos que deseaba realizar, la transformación de las ciudades... y frente a él se hallaba el hombre capaz de terminar aquello que soñaba. Su cara traslucía una expresión realmente trágica, tanto que parecía transformado.
Me ha parecido muy interesante,era innegable la pasión que Hitler sentía por el arte, casi siempre tendiendo a lo clásico y a lo grandioso.
ResponderEliminarSobre Leni Riefenstahl, comentaros que hace un par de meses salió una biografía suya escrita por Steven Bach y editada por Editorial Circe. Compré el libro, aunque aún no me lo he leido (otro más en mi lista de espera). Tiene buena pinta y es edición ilustrada.
ResponderEliminarSí que tengo en dvd, tanto Olimpia I y II, y sobre todo El triunfo de la voluntad, en versión original alemana con subtítulos en español. Una maravilla.
Sobre Arno Breker, desde luego Hitler le tenía en gran estima, prueba de ello es que el único día que Hitler estuvo en París tras la conquista de Francia, donde visitó la Opera y la tumba de Napoleón; se llevó entre otros a Speer (su arquitecto) y a Breker (su escultor). Supongo que quiso rodearse de artistas que pudieran sacar provecho a la visita de la capital gala.
Pedroboso:
ResponderEliminarPues gracias por recordar la biografía de Leni. No lo he comprado aún. Aunque me da un poco de pereza. Parece un poco oportunista y no creo que aporte nada. Pero bueno, cuando la leas ya nos dirás si merece la pena. Yo también tengo en DVD las películas de Leni. Ciertamente son maravillosas.
Yo busco el precedente de El Triunfo de la Voluntad. Ésta se hizo en 1934, pero el año anterior se filmó Der Sieg des Glaubens, poco conocida...
ResponderEliminarAdmiral:
ResponderEliminarYo tengo un pack de dos DVDs en donde viene ese film que dices. Creo que es sobre unas maniobras del ejército verdad? Esta muy bien...
Pues yo tengo entendido que es sobre el Congreso de Nuremberg del año 33. Película sobre maniobras del ejército hay uno que se llama Der Tag der Freiheit (creo), quizá sea ese el que dices...
ResponderEliminarYa hable del derecho de autor esa forma de neocensura, por la que tu blog corre un gran riesgo de borrado por violar ese derecho. No es por criticar. Es que blogger es muy pelota con el derecho de autor. El OMPI fija un mínimo de 50 años desde la muerte del autor para que las obras sean derecho de autor. Y fija 50 años dese el estreno de la pelicula. Los estados lo elevan a 70 años en el caso áleman. Y 80 años desde su estreno en el caso español. Así es que si esas peliculas de Leni es estrenaron en España hace 80 años o el 23 de junio de 1933. Esa pelicula es derecho de autor libre y puedes hacer lo que quieras con ella.
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