SOBRE LAS CONVERSACIONES DE HITLER
Las "Conversaciones sobre la guerra y la paz" de Hitler están editadas por la editorial Solar de Colombia en dos tomos. Para empezar, las ediciones son bastante malas. Llama la atención la torpeza de incluir en la portada el nombre Hitler como "Adolfo" y después, en el interior de los tomos, como "Adolf". También en el primer tomo aparecen las fechas de 1933 - 1945 y las conversaciones comienzan en 1941. O que las portadas sean absolutamente horrendas con una cruz gamada como portada cuando, tratándose de conversaciones privadas de Hitler, existen multitud de fotografías del Führer en actitud relajada que bien podrían servir de portada. Dejando a un lado estos detalles menores paso a comentar los libros. Al parecer Bormann fue quien se encargó de que una secretaria tomara nota de cuanto decía Hitler. Y como se deben a Bormann estas recopilaciones se tiene que tener mucha prudencia al leerlas. No obstante, llama mucho la atención el hecho de que ningún biógrafo, o eso me ha parecido, tome prestado del propio Hitler vivencias de su juventud o de la propia guerra. Si bien es cierto que, a nada que uno haya leído algo sobre Hitler, sus declaraciones resulten familiares, no deja de ser curioso que no hayan tenido el peso editorial que merecen. Hace unos veinte años se armó mucho revuelo con la publicación de unos diarios que después resultaron ser una falsificación. El público demanda opiniones y pensamientos de Hitler, así que me extraña mucho la poca relevancia de estas conversaciones.
Los conocimientos de Hitler resultaban muy vastos. Cuesta analizar al personaje sin quitar el peso negativo que la historia le ha otorgado. Pero no cabe duda de que tenía muchas ideas geniales. El hecho de que Hitler no fue un hombre ávido de poder queda demostrado en muchas ocasiones. Vivía de manera sencilla y admitía que no podía poseerlo todo. Se creía destinado a cumplir una misión, pero su mayor deseo era poder dedicarse al arte, a la arquitectura o, sorprendentemente, "vagabundear por Italia como un pintor desconocido" según sus propias palabras. Viajar sin ser reconocido hubiera sido para él un gran placer. Incluso habló de que el día más hermoso de su vida sería cuando dejara por completo la política "con sus disgustos y su esclavitud". No quería que los artistas cayeran en el frente así que procuró alejarlos de las batallas. Consideraba inadmisible que cualquier cretino ruso pudiera matar a un gran artista. Hitler padecía de insomnio. Él mismo admite que antes de dormir se sosegaba con la arquitectura, los cuadros o interesándose por asuntos diferentes. "De otro modo no podría dormir".
Sus palabras en ocasiones parecen más bien las de un sacerdote que las de un dictador. Sorprende oírle decir que hay que evitar en lo posible "todo lo que pueda perjudicar a nuestros semejantes". También creía que "un hombre no debe morirse de hambre porque haya sido adversario mío". Es curioso que dijera que "gracias a Dios siempre he evitado el perseguir a mis enemigos". "Me gustaría no ver sufrir a nadie, no hacer mal a quienquiera que sea.. Pero cuando la especie esta en peligro, el razonamiento más frío sustituye dentro de mí al sentimiento" Creía que si hacía daño al pueblo ruso era para evitar que el pueblo ruso hiciera daño al alemán en un futuro. Sin embargo no deja dudas de su crueldad. En ocasiones sacaba su veta sentimental y decía echar de menos a su fotógrafo cuando se ausentaba, lo que nos demuestra que el Führer fue una persona con sentimientos. Consideraba que el dinero que el estado se embolsa de las loterías tendría que utilizarse en la construcción de hospitales y otros fines benéficos. Así el jugador siempre quedaría satisfecho.
No es cierto que Hitler fuera un destructor de ciudades. Admite que hubiera sufrido mucho atacando París y que solamente se limitó a actuar sobre aeródromos. También admite que no fueron los alemanes quienes iniciaron los bombardeos masivos sino los ingleses. Aunque si una ciudad no le gustaba en absoluto no le importaba destruirla, como Moscú. Su destrucción le dejaba indiferente. Tampoco era partidario de destruir los paisajes naturales. Quería conservar el propio carácter de las diferentes regiones, a pesar de la construcción de carreteras, que le obsesionaba. Y opinaba que se debía estudiar profundamente todos los problemas que se planteasen y no trastornar la geografía.
A menudo se refiere a su propia educación y decía que no soportaba a los maestros de escuela. Pensaba que la escritura a mano era totalmente absurda porque resultaba una pérdida de tiempo intentar descifrar la letra de cada uno. Así que pensaba que lo mejor era que la población tendría que saber escribir a máquina lo que le anticipaba al uso de los ordenadores actuales. Consideraba más importante eso que la educación religiosa. Creía que era absurdo que la vida de una persona dependiera de un diploma obtenido a la edad de dieciocho años. Consideraba muy importante infundir en los niños “el concepto del bien”. No era partidario de que los padres con dinero dieran su dinero a sus hijos. También fue un adelantado a su época pensando que el ama de casa tenía que verse descargada de muchos trabajos. Creía que las escuelas debían encontrarse muy próximas a los hogares y que la madre no tenía que llevar a sus hijos al colegio. Incluso pensó en artilugios como que cuando sonara el despertador, automáticamente el desayuno se encontrara preparado. Fue un fanático de los inventos. Pensaba que ellos nos harían una vida más fácil. Todas las viviendas tendrían un garaje.
Uno de sus errores, a parte de la absoluta crueldad con que invadió Rusia, fue que él mismo se creyó imprescindible en todo. Eso resultó ser una auténtica obsesión al punto de controlar una cantidad exagerada de asuntos. "Si aplico mi inteligencia a problemas militares es porque por el momento sé que nadie obtendría mejores resultados que yo", afirmó.
A menudo habla de las ventajas del vegetarianismo y de su desprecio por la caza, a la que consideraba desigual. Aunque no deja de ser curioso que en más de una ocasión admite sus simpatías por los cazadores furtivos. Le hubiera gustado utilizar a los cazadores contra los guerrilleros rusos. De la caza sacaba la conclusión de que el gozo de matar une a los hombres. Consideraba que el cáncer se debía en parte a la costumbre de cocer los alimentos y a la mala alimentación. En una época en la que el tabaco no estaba considerado un grave peligro para la salud, Hitler ya lo consideraba como cancerígeno. El consumo de carne lo equipara al consumo de carne humana por parte de los caníbales. Él mismo se dio cuenta de lo contradictorio del consumo de carne puesto que el consumo que tiene el ganado es siempre superior a la carne que produce. En este sentido Hitler también fue un adelantado a su época. Decía Hitler que los niños sienten una repugnancia natural hacia la carne y que los niños negros que se alimentan casi exclusivamente de forma vegetariana se desarrollan más armoniosamente. También estaba convencido de que las grasas vegetales debían sustituir a las de ballena pues veía que el numero de ballenas disminuía alarmantemente. Casi conmovedoras son sus palabras sobre su relación con su perro Foxl, durante la Gran Guerra, "es enorme lo que he querido a aquel bicho. Por la noche se acostaba conmigo". Cuando se lo robaron Hitler se quedó muy apenado. Y dice que nunca pudo vender un perro. Hitler siempre sintió una gran pasión por los perros.
Con respecto al tabaco él mismo inició una cruzada que puede calificarse como la primera campaña que un estado ha realizado contra su consumo. Sorprende conocer que el propio Hitler fue un gran fumador en su juventud. Asegura que fumaba de 25 a 40 cigarrillos diarios. En su presencia no estaba permitido fumar y tenía proyectado reeducar a la población alertándola de los riesgos del tabaco, al que llamaba “veneno”. Al hecho de haber dejado de fumar lo consideraba una salvación para el pueblo alemán.
La declaración de guerra de Hitler a los Estados Unidos fue algo tan inevitable como su invasión de Rusia. Hitler sentía un desprecio muy grande por los EEUU. Lo consideraba un país podrido, lleno de desigualdades y con el problema añadido de las razas. Le resultaba mucho más simpático un inglés que un americano y toda la cultura americana le resultaba hebraica y negroide. Y consideraba que, en caso de perder la guerra, los EEUU sacarían más ventajas que el Reino Unido.
Con respecto a su infancia y adolescencia se comprueba que Hitler escribió, con 15 años, una obra de teatro. Asegura que se la iba dictando a su hermana y trataba sobre los matrimonios que no se podían separar aun a pesar de que los maridos trataban a sus esposas de forma ignominiosa. Asegura Hitler que en clase leía libros que no tenían nada que ver con la propia clase. Me resulta muy curioso el relato que hace el Führer sobre su estancia en la ciudad de Steyr cuando convivió con un compañero. El relato que nos hace sobre su patrona resulta muy simpático y muy detallado. Parece ser que Hitler recordaba perfectamente sus vivencias de la adolescencia. Aprendió a esquiar. También nos habla Hitler de su primera y última borrachera y de que desde los 16 años no tuvo ninguna enfermedad.
La debilidad de Hitler fue siempre viajar en coche. Con frecuencia habla de sus salidas al campo, de sus chóferes y de la construcción de autopistas. Afirma que lo primero que hizo tras salir de la cárcel fue comprarse un coche Mercedes. Por cierto que se atribuía todo lo bello de esa marca de coches puesto que hacía croquis con el fin de mejorar la línea.
El Führer asegura sentirse muy unido a su pueblo y compartir sus penas y alegrías y que constantemente se colocaba en su lugar. Tampoco casa con la imagen de un dictador terrible cuando se enfada si un vehículo salpica de barro a las personas o cuando dice que es un patrón muy tolerante y que comprende que sus subordinados estén de vez en cuando distraídos. Lo único que decía no tolerar entre sus subordinados era la mentira.
A propósito de los continuos rumores sobre su sexualidad Hitler parece dejar bastante claro su tendencia heterosexual. Se enfadó mucho cuando no solicitaron la dirección de una atractiva rubia puesto que quiso enviarle una carta. En otras ocasiones habla de lo hermosas que son las mujeres del mundo o de que en su juventud conoció en Viena a muchas mujeres bonitas. Decía que las muchachas que más le gustaban eran las holandesas. Renunció al matrimonio porque aseguraba que su estilo de vida no era propicio para compartirlo con una esposa. Aunque aseguró que no podía soportar la soledad y que prefería cenar en compañía de una mujer bonita. Consideró mucho mejor no casarse. Creía que el matrimonio era algo en contra de la naturaleza. Consideraba a las mujeres capaces de dar un beso “hundiendo al mismo tiempo un estilete bien afilado”. Contrariamente a lo que se piensa, no le importaba que las mujeres tuvieran hijos ilegítimos, “los prejuicios sociales van borrándose”, dijo. De hecho, prefería a una mujer que tuviera un hijo ilegítimo a otra que no tuviera ninguno. Consideraba que las mujeres que no tienen hijos acababan volviéndose neuróticas. Según dijo, no experimentaba ninguna simpatía hacia los maltratadores de mujeres ni a quienes les confiaban únicamente los trabajos materiales.
En muchas ocasiones se refiere a los españoles con mucho respeto y admiración. Cita a Cervantes y su Don Quijote como "la más genial parodia posible de un mundo en extinción". Curiosamente cita como obras fundamentales en la historia de la literatura "La cabaña del tío Tom" y "Los viajes de Gulliver".
Incluso se atrevía a hablar sobre astronomía y tenía unas teorías propias, como que Marte se convierta algún día en un satélite de la Tierra. Hablaba de la atracción de los planetas por el sol y de que nuestro sistema solar era solo uno entre muchos. Se mostraba muy interesado en que las poblaciones aprendieran "tales maravillas".
Con respecto al nacionalsocialismo opinaba que era un fenómeno puramente alemán y que su intención no era transformar el mundo. Era opuesto a exportar la doctrina nacionalsocialista. Esto es muy importante a la hora de observar el auge y crecimiento del nacionalsocialismo en otros países. Quizá sea una contradicción. Con respecto al tipo de régimen ideal para un país, consideraba que la monarquía hereditaria era un error, “un error biológico”. Las repúblicas, dijo, podían elevar al poder a cualquier fantoche solo mediante el dinero y la propaganda. También consideraba que si se dejaba a los hombres una absoluta libertad “se portan como monos”. Mucha libertad significa decadencia.
Creer que Hitler fue un hombre que tenía continuos ataques de ira y un carácter terrible es una difamación. Todos sus colaboradores, empezando por Speer nos informan de la templanza de Hitler. Cuando estaba a punto de terminar el primer invierno ruso, en 1942, Hitler tuvo un gran alivio y admitió haber pasado tres meses que habían estado a punto de acabar con sus fuerzas y puesto a prueba su resistencia de sus nervios. Él mismo observó que a su lado todo el mundo perdía el dominio de sus nervios menos él, que conservó su sangre fría.